le flâneur

el lunes 28 de abril estaba caminando por avenida corrientes a las doce de la noche, de vuelta a casa con naty, más bien ya era martes, y cuando nos dispusimos a cruzar la 9 de julio, vimos a un viejito de unos 80 años, caminaba solo por corrientes, petiso, en traje blanco tipo años 20, debajo del saco una camisa celeste con cuello grande, blanco, como vela desplegada, ceñida al cuello una gorda corbata marrón, los cabellos los tenía blanquísimos, muy pocos por cierto, la cara muy rosa, como boca de chancho, hiperarrugada, con un chalequito a rayas bajo el saco, y zapatos de golf marrones claros con funda blanca, un panamá también blanco en la cabeza y una maleta de cuero color piel colgándole de la mano derecha. los dos miramos al viejito y nos encantó la ropa que tenía, una cosa rarísima, como de película bizarra. el viejito se paró al lado nuestro a esperar que el semáforo de la 9 de julio se pusiera en verde para cruzar. luz verde, el viejito caminaba despacio, curioseando como si tuviera 20 años, como si tuviera todo el tiempo del mundo y nada le importase un carajo. movía la cabeza de aquí para allá, entornaba los ojos, por momentos parecía muy asustado pero se le pasaba en seguida. un flâneur. caminamos con él un rato, unas dos cuadras, unos pasos detrás de él, sobre avenida corrientes, porque nos pareció muy pintoresco y queríamos saber dónde iba. entonces el viejito se entretuvo mirando una vitrina cerrada (no había un carajo en la calle a esa hora, salvo nosotros tres y algunos cartoneros que recorrían de aquí para allá, con sus carros y bolsas). en la calle libertad el tipo se quedó parado, mirando una vidiriera, como dije, y entonces nosotros le pasamos porque no podíamos quedarnos detrás haciendo otra cosa pues iba a ser muy evidente que le estábamos siguiendo. una cuadra más allá, también nos detuvimos nosotros, en una kiosko, creo que para comprar puchos; yo miraba cada rato hacia atrás porque el viejito se venía acercando otra vez. entonces nos alcanzó, un enano consumido por los años, con ojos de adolescente, caminaba temblando pero lleno de electricidad, un imán para nosotros. nos pasó y nos pusimos otra vez a seguirle. yo dije que era yanqui, un viejo de las vegas, dije que la pinta que tenía era espectacular para un casino. naty dijo que era inglés, por sus zapatos. yo no sé que tipo de zapatos tienen los ingleses así que no dije nada. caminamos unas cuadras más con el viejito delante, hasta que de repente paró su caminata de flâneur (se quedó un segundo al lado de un for falcón viejo, lo que le hizo decir a naty que era un cana disfrazado), después cruzó la calle en diagonal y se metió en una pizzería llamada "banchero", muy famosa aquí. el viejito se sentó en un taburete de la barra, bajó la maleta en el piso y pidió, quién sabe qué. a lo mejor una pizza, o un teléfono, o una pistola. le miramos un ratito más desde el otro lado de la calle pero nos aburrió y nos fuimos y enseguida nos olvidamos de él y nos pusimos a hablar de cualquier otra cosa. el jueves yo me acordé otra vez del viejito y esa noche le soñé, así mismo como le había visto, franeleando. su pinta me era muy familiar, sabía que era alguien famoso así que no se me salió mucho de la cabeza. y hoy miro el diario, veo un artículo que habla de la feria del libro, y en una foto se ve entarimado al viejito que seguíamos el lunes pasado, hablando frente a unos cuantos curepas sentados en sillas. según el diario el viejito dijo en su discurso que los yanquis no tuvieron nunca un piazzolla. abajo de la foto estaba el nombre. según el diario el viejito ese que seguimos por corrientes, el lunes o más bien la primera hora del martes, era tom wolfe.