Por Arístides Ortiz
El 20 de abril quedará grabado en la historia polìtica del paìs como el hito más significativo en el proceso de consolidación democrática que tiene su punto de partida en el golpe de Estado de 1989. Ese modelo de Estado que comenzó a construirse luego de la victoria bélica colorada en la revolución de 1947. Y justamente los constructores y administradores hegemónicos de aquel Estado cayeron en las elecciones por voluntad de las mayorías populares. Esta caída tiene sus causas mediatas e inmediatas, las que, en orden de importancia, ensayamos en los puntos que siguen abajo:
Uno. Las grandes mayorías sociales excluidas, expresadas por aquellos electores que el 20 depositaron sus votos, resolvieron la caída del centenario partido. Hartos y desencantados de un Estado que en su momento habían convenido con la dirigencia colorada por diferentes factores (miedo, represión, utilidad económica y política, contexto internacional) pero que hoy ya no les sirve (más aún, les perjudica), aprovecharon la opción que la coyuntura les ofreció: un ex obispo que tocó sus íntimas fibras, una figura cargada de los símbolos del complejo Ethos Social de este lugar del mundo. Así, el 20, tranquilos, callados, con ese dejo de burla propio del mestizo guaraní-español, acordaron con el proyecto Lugo, un proyecto que, saben ellos, es incierto pero que les da posibilidades de futuro. Un proyecto que se fortalecerá toda vez que ese mismo Ethos vaya modificando sus relaciones sociales, sus relaciones de poder, y toda vez que Lugo satisfaga sus necesidades. Esta respuesta popular se enmarca dentro de la lucha de clases, de los explotados contra los explotadores, que se manifiesta con las particularidades y complejidades de la cultura paraguaya y del momento de desarrollo actual del Sistema Capitalista. Esta es, sin dudas, la causa más honda de la caída de la ANR.
Dos. La descomposición del Estado Oligárquico Colorado (Palau y Lara Castro) llegó a su pico más putrefacto e inservible. El orden interno de este Estado que Stroessner había consolidado, sostenido en la prebenda, el clientelismo y el autoritarismo (Lara Castro) alcanzó un debilitamiento tal que generó (genera) una desintegración social (miserabilización, hambruna de la población) e institucional (desorden en la administración del Estado) (Palau): ineficiencia, robo e insensibilidad abiertos en la administración no sólo de los recursos del Poder Ejecutivo, también del Poder Judicial y del Poder Legislativo. Agotado el modelo ideológico, económico y político diseñado por las élites coloradas y que sirvió, con sus luces y sus sombras, a las mayorías por más de cuatro décadas, no queda otra que intentar otro modelo que debe construirse en el tiempo.
Tres. Los vientos políticos y económicos actuales de la región vienen impulsando proyectos progresistas de consolidación de un modelo del Estado Social de Derecho, de redistribución de la riqueza, de recuperación de los recursos naturales y energéticos, de respeto a la voluntad popular expresado en las urnas, de integración de estados; viento que surge de la más radical revolución simbólica anticapitalista registrada en los últimos años en Latinoamérica: El movimiento zapatista, que potenció a los movimientos sociales del continente. Un proceso regional diferente en velocidades y formas políticas de acuerdo a las condiciones particulares de cada país. Todo esto ocurre dentro de un proyecto de consolidación de las llamadas democracias liberales de los países periféricos del Capitalismo, de contestación a los Estados Centrales Imperiales y de confrontación contra las viejas oligarquías latinoamericanas. En este contexto también se entiende la caída de la ANR.
Cuatro. El agotamiento de aquel Estado fue devorando progresivamente a sus progenitores, desintegrando internamente al viejo partido a partir de 1989. Una desintegración ética y política de sus dirigentes. Este proceso de desintegración pasó por el fraude a Luis María Argaña en las internas de 1992; el enfrentamiento entre el wasmosismo y el oviedismo expresado en el intento golpista de 1996; el asesinato de Argaña en 1999 que provocó el Marzo Paraguayo; la formación del Partido Unace en el 2002; la crisis por los resultados de las internas de diciembre del año pasado; la imposición de una candidatura, la oficialista, extraña a la cultura y al gusto colorados, y la fuga (ausentismo y voto por Lugo y Oviedo) de miles de votos colorados en las elecciones pasadas.
Cinco. El decidido apoyo de sectores modernizantes de la oligarquía paraguaya, algunos propietarios de influyentes medios de comunicación, a la candidatura de Lugo. Estos imaginan un proyecto neoliberal con maquillaje social y legal que supere la inutilidad del modelo de Estado stronista, un proyecto que puede estar considerando a Lugo como una simple transición hacia otro estadio. Esto trajo un apoyo mediático que incidió en los resultados de las elecciones generales, ya que fue operado principalmente por los medios más influyentes del país: ABC Color y Canal 4, Telefuturo.
Seis. El planificado y dirigido voto castiglionista hacia Lugo, Oviedo y hacia la opción de no ir a votar. Al no realizar campaña electoral por la candidata colorada; más aún, al instruir a los dirigentes intermedios de su movimiento interno a desalentar el voto por Blanca Ovelar, con el apoyo político de la Embajada Norteamericana y de los sectores oligárquicos modernizantes, Castiglioni y sus principales colaboradores contribuyeron en forma importante para la derrota colorada.
Siete. El desbordante liderazgo de Nicanor Duarte Frutos que atizó con duros ataques el miedo del sector de poder hegemónico de la oligarquía, el empresariado agroexportador, y de algunos sectores empresariales de servicios como el Grupo A.J.Vierci; además, Nicanor violentó la cultura colorada al imponer a una mujer como candidata de un partido reaccionario como la ANR. Su personalidad narcisista e intolerante hizo que se ganara el rechazo de muchos de sus correligionarios y de sectores sociales fuera del Partido Colorado.
Uno. Las grandes mayorías sociales excluidas, expresadas por aquellos electores que el 20 depositaron sus votos, resolvieron la caída del centenario partido. Hartos y desencantados de un Estado que en su momento habían convenido con la dirigencia colorada por diferentes factores (miedo, represión, utilidad económica y política, contexto internacional) pero que hoy ya no les sirve (más aún, les perjudica), aprovecharon la opción que la coyuntura les ofreció: un ex obispo que tocó sus íntimas fibras, una figura cargada de los símbolos del complejo Ethos Social de este lugar del mundo. Así, el 20, tranquilos, callados, con ese dejo de burla propio del mestizo guaraní-español, acordaron con el proyecto Lugo, un proyecto que, saben ellos, es incierto pero que les da posibilidades de futuro. Un proyecto que se fortalecerá toda vez que ese mismo Ethos vaya modificando sus relaciones sociales, sus relaciones de poder, y toda vez que Lugo satisfaga sus necesidades. Esta respuesta popular se enmarca dentro de la lucha de clases, de los explotados contra los explotadores, que se manifiesta con las particularidades y complejidades de la cultura paraguaya y del momento de desarrollo actual del Sistema Capitalista. Esta es, sin dudas, la causa más honda de la caída de la ANR.
Dos. La descomposición del Estado Oligárquico Colorado (Palau y Lara Castro) llegó a su pico más putrefacto e inservible. El orden interno de este Estado que Stroessner había consolidado, sostenido en la prebenda, el clientelismo y el autoritarismo (Lara Castro) alcanzó un debilitamiento tal que generó (genera) una desintegración social (miserabilización, hambruna de la población) e institucional (desorden en la administración del Estado) (Palau): ineficiencia, robo e insensibilidad abiertos en la administración no sólo de los recursos del Poder Ejecutivo, también del Poder Judicial y del Poder Legislativo. Agotado el modelo ideológico, económico y político diseñado por las élites coloradas y que sirvió, con sus luces y sus sombras, a las mayorías por más de cuatro décadas, no queda otra que intentar otro modelo que debe construirse en el tiempo.
Tres. Los vientos políticos y económicos actuales de la región vienen impulsando proyectos progresistas de consolidación de un modelo del Estado Social de Derecho, de redistribución de la riqueza, de recuperación de los recursos naturales y energéticos, de respeto a la voluntad popular expresado en las urnas, de integración de estados; viento que surge de la más radical revolución simbólica anticapitalista registrada en los últimos años en Latinoamérica: El movimiento zapatista, que potenció a los movimientos sociales del continente. Un proceso regional diferente en velocidades y formas políticas de acuerdo a las condiciones particulares de cada país. Todo esto ocurre dentro de un proyecto de consolidación de las llamadas democracias liberales de los países periféricos del Capitalismo, de contestación a los Estados Centrales Imperiales y de confrontación contra las viejas oligarquías latinoamericanas. En este contexto también se entiende la caída de la ANR.
Cuatro. El agotamiento de aquel Estado fue devorando progresivamente a sus progenitores, desintegrando internamente al viejo partido a partir de 1989. Una desintegración ética y política de sus dirigentes. Este proceso de desintegración pasó por el fraude a Luis María Argaña en las internas de 1992; el enfrentamiento entre el wasmosismo y el oviedismo expresado en el intento golpista de 1996; el asesinato de Argaña en 1999 que provocó el Marzo Paraguayo; la formación del Partido Unace en el 2002; la crisis por los resultados de las internas de diciembre del año pasado; la imposición de una candidatura, la oficialista, extraña a la cultura y al gusto colorados, y la fuga (ausentismo y voto por Lugo y Oviedo) de miles de votos colorados en las elecciones pasadas.
Cinco. El decidido apoyo de sectores modernizantes de la oligarquía paraguaya, algunos propietarios de influyentes medios de comunicación, a la candidatura de Lugo. Estos imaginan un proyecto neoliberal con maquillaje social y legal que supere la inutilidad del modelo de Estado stronista, un proyecto que puede estar considerando a Lugo como una simple transición hacia otro estadio. Esto trajo un apoyo mediático que incidió en los resultados de las elecciones generales, ya que fue operado principalmente por los medios más influyentes del país: ABC Color y Canal 4, Telefuturo.
Seis. El planificado y dirigido voto castiglionista hacia Lugo, Oviedo y hacia la opción de no ir a votar. Al no realizar campaña electoral por la candidata colorada; más aún, al instruir a los dirigentes intermedios de su movimiento interno a desalentar el voto por Blanca Ovelar, con el apoyo político de la Embajada Norteamericana y de los sectores oligárquicos modernizantes, Castiglioni y sus principales colaboradores contribuyeron en forma importante para la derrota colorada.
Siete. El desbordante liderazgo de Nicanor Duarte Frutos que atizó con duros ataques el miedo del sector de poder hegemónico de la oligarquía, el empresariado agroexportador, y de algunos sectores empresariales de servicios como el Grupo A.J.Vierci; además, Nicanor violentó la cultura colorada al imponer a una mujer como candidata de un partido reaccionario como la ANR. Su personalidad narcisista e intolerante hizo que se ganara el rechazo de muchos de sus correligionarios y de sectores sociales fuera del Partido Colorado.
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