Editorial Tor, 1943
Trad. José Monin
Si la foto del gato Calderón no fuera tan buena, ni hablaría de este libro. ¡Hamsun, tan capo, rebajarse a un libelo turístico! Ni lo hubiera imaginado. Me comí impaciente un montón de páginas esperando que en algún momento aflore la "historieta", el "argumento", el "lo que sea". Sin embargo, el personaje simplemente viaja en barco (pues es marino, dicho sea paso), llega enseguida a Turquía y allí se dedica a pasear. Nos cuenta cómo son los cafés, la pipas, las murallas e iglesias de Constantinopla (Istambul), predice sobre el futuro belicista del islam (predice que allí estaría la gran guerra, solo le pifió por un siglo), cuenta que está sometido por potencias extranjeras pero en algún momento perderá la paciencia, también está el mercado, y está el cementerio y, por supuesto, está el derviche, o como se llame. Y están el armenio, el judío, el griego y el árabe. Hay que admitir que aunque cuente cosas muy aburridas la prosa de Hamsun es cautivadora. Los mejores párrafos -sobre los llorones de una mezquita- recuerdan un poco al maravilloso libro de Canetti, "Las voces de Marrakech", que recomiendo vivamente aprovechando la ocasión. Luego del recorrido turístico y pseudo sociopolítico por las bulliciosas calles de Estambul, llena de turcos contemplativos y haraganes, que comen fruta todo el rato y fuman sin parar, el libro es completado por algunos relatos; no recuerdo si hay tres o cuatro; de todas maneras solo recuerdo dos. El primer es sobre el festejo de navidad de una familia nórdica pobrísima. Es un relato es descarnado y aburrido. Otro que pinta mejor es un relato al estilo de un Poe tímido, con una persecución del tipo paranoide. Como sea, este relato es intenso. La mezcla de la prosa del relato turístico, la carne viva del relato navideño, más la itensidad del último, hubiera dado un libro excelente. Lástima que estas cualidades se dispersaron cada una en un sitio poco interesante. De todas maneras, es Hamsun, y es recomendable leer todo Hamsun, todo.
Trad. José Monin
Si la foto del gato Calderón no fuera tan buena, ni hablaría de este libro. ¡Hamsun, tan capo, rebajarse a un libelo turístico! Ni lo hubiera imaginado. Me comí impaciente un montón de páginas esperando que en algún momento aflore la "historieta", el "argumento", el "lo que sea". Sin embargo, el personaje simplemente viaja en barco (pues es marino, dicho sea paso), llega enseguida a Turquía y allí se dedica a pasear. Nos cuenta cómo son los cafés, la pipas, las murallas e iglesias de Constantinopla (Istambul), predice sobre el futuro belicista del islam (predice que allí estaría la gran guerra, solo le pifió por un siglo), cuenta que está sometido por potencias extranjeras pero en algún momento perderá la paciencia, también está el mercado, y está el cementerio y, por supuesto, está el derviche, o como se llame. Y están el armenio, el judío, el griego y el árabe. Hay que admitir que aunque cuente cosas muy aburridas la prosa de Hamsun es cautivadora. Los mejores párrafos -sobre los llorones de una mezquita- recuerdan un poco al maravilloso libro de Canetti, "Las voces de Marrakech", que recomiendo vivamente aprovechando la ocasión. Luego del recorrido turístico y pseudo sociopolítico por las bulliciosas calles de Estambul, llena de turcos contemplativos y haraganes, que comen fruta todo el rato y fuman sin parar, el libro es completado por algunos relatos; no recuerdo si hay tres o cuatro; de todas maneras solo recuerdo dos. El primer es sobre el festejo de navidad de una familia nórdica pobrísima. Es un relato es descarnado y aburrido. Otro que pinta mejor es un relato al estilo de un Poe tímido, con una persecución del tipo paranoide. Como sea, este relato es intenso. La mezcla de la prosa del relato turístico, la carne viva del relato navideño, más la itensidad del último, hubiera dado un libro excelente. Lástima que estas cualidades se dispersaron cada una en un sitio poco interesante. De todas maneras, es Hamsun, y es recomendable leer todo Hamsun, todo.
1 comentario:
Hola Ever: me apunto de una con este libro. Curiosamente mientras leìa tu reseña y miraba la foto de ese libro, colección Tor, de la época del Pocho, miraba uno que tengo en la biblioteca donde trabajo: La vuelta al mundo en 80 días, pero éste es del 1954, y tiene una tipografía espléndida pero uno olor picante en la hojas que da calambre.
Saludos
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