lunes, 31 de enero de 2011

la muerte de la literatura...



La muerte de la literatura es el Gran Tema de Conversación. "No importa la obra, solo el proyecto", se parafrasea, casi diciendo: el proyecto no mancha, la obra sí, es sucia. Drama. Angustia. Y posterior liberación: ahora todo está permitido en literatura; aunque lo cierto es que siempre estuvo todo permitido. Pero ahora el todo (lo que venga) es el imperativo. La literatura tuvo una muerte profiláctica. Nadie se embadurna con su cadáver. No hay náusea ni asco hacia su putrefacción. Recordemos que lleva muerta hace por lo menos 70 años. Máxime si recordamos que murió extenuada. Agotada. Quizá por eso no huele: era una viejecita reseca, una momia. Otra cosa con una muerte sangrienta: por ejemplo con una motosierra. Lo cierto es que ahora recibe metralla de todas partes: salivazos, bilis y rayos láser. Pero no pasa nada porque el cadáver es solo polvo. ¡Si tan solo la hubieran destajado durante su vida bullente! Apestaría, hinchada, violácea, monstruosa. Me pregunto si no ocurrió así. Por lo visto en manuales y demás, la clavaron con alfileres durante años, y entre guerras le explotó un obús en la cara. Destrozada. Sin posible maquillaje. Es más: no hay cadáver: solo esquirlas. ¿De qué hablamos, entonces? Es necesaria una voluntad necrófila. ¡Exhumemos el cuerpo, o inventemos uno! Empavonémonos de él. Devolvámosle olor, líquidos, si ya no vida. De lo contrario el silencio. Jugar limpios es horrorosamente aburrido. Es trabajo de carniceros no de cirujanos. Hay que destajar a dentelladas: no con fálico bisturí, previamente esterilizado. Esta retórica no dice nada, pero no es su intención decir; sino instigar...




Café San José (Güemes 3165), 15.30. Bs. As.
Deseoso de compañía para hablar de cualquier cosa,
incluso de la muerte de la literatura.



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7 comentarios:

Anónimo dijo...

encantada habría asistido...

Lisarda dijo...

Pero Ever, escribime y salimos a mirar libros y a charlar, siglos que no te veo!
Un abrazo,
Ignacio

Canalla dijo...

¡Quién lo iba a decir! Leyéndote, uno creería que sigue viva. Cuando visite nuevamente Buenos Aires nos catamos un expresso cortado, ¿vale?. Un abrazo.

N. dijo...

Sabes que no entiendo porque tanto lío con esto de la muerte de la literatura, o la pintura o...
espero explicación porque a veces me parecen divagues divagues divagues... aunque si sirven para estos artículos son divagues interesantes, me encanta tu costado pútrido! un día de estos me acerco al bar y nos putrefactamos juntos!

Maya dijo...

A veces es necesario gritar, no importa quién escuche.

Saludos...

Pablo Seguí dijo...

A mí me instigás más bien en contra, Ever. La literatura no es un cuerpo, no un cuerpo humano, en todo caso. La frase es una imagen. Y se me hace que es la frase de escritores cansados, que llevan a cuestas todo el proceso civilizatorio (Norbert Elias), aburridos, hastiados. Pienso en la frase de una canción de Divididos: "se autocastran a dolor"... La cosa es tener el fuego, escribir desde ahí. Aparte, si son 70 años, es demasiado reciente; sería a los de dentro de dos o por ahí cinco siglos a los que les correspondiera hablar del asunto. No ponernos a nosotros mismos un rótulo. ¿No te parece?

e. r. dijo...

Veníte a la próxima, anónimo

LIsarda!
En poco rato te pido cita.
Saludos!

Encantado, Canalla
el mejor expresso!

N!
La verdad es que, paradójicamente, es una conversación bastante vital, esto de la muerte de la literatura. Si no, hablaríamos de otra cosa, supongo. En todo caso, claro, nosotros estamos hablando de otra cosa, ¿no? Vení que conocés mis horarios.
Salud!

Maya, así mismo.
Saludos!

Tamarit!
La literatura -en lo que respecta a lo que hablaba arriba- es un cuerpo textual, como le dicen, y también una imagen, etcétera. El discurso dice que se rompió la frase (su tendido-sentido), luego la literatura ha muerto. Pero esta rotura de frase crea circunloquios que, por supuesto, terminan armando otra frase, ergo la literatura es fénix. Nada demuestra más la vitalidad de la literatura que su muerte! En todo caso, los muertos seremos nosotros...
Salud a Córdoba!