Aquí continúo con los estantes de casa. Le toca el turno a literatura italiana, que por la cantidad, ya que no soy tan rápido leyendo como desechando lecturas, van a tardar unos meses en acabar.
Empecé con un par de libros de Ítalo Calvino (1923-1985), que como es muy preciado por la crítica y los lectores, supuse que me gustarían. Pues sí, soy un lector anticuado, me manejo por gustos. Por suerte, estos libros me han gustado. Ricos. Como postres: uno sabe que engordan y que están demás, ¡pero se disfrutan!
A fin de cuentas, esta misma sensación la producen casi todos los libros.
“El caballero inexistente”,
(OCTAEDRO editores, 2003. 160 pp.), en traducción de Esther Benítez.
Esta novela se publicó en italiano por primera vez en 1959, y es el final de la trilogía más famosa de Calvino (conformada por “El vizconde demediado”, “El barón rampante” y “El caballero inexistente”), siendo la última de las tres. Según cuenta la historia, con estas tres novelas Calvino abandonó el neorrealismo para interpretar a través la fábula al hombre contemporáneo, por lo que estos tres libros, que en una primera mirada se parecen a cuentos populares, tienen varios niveles de lectura. Por lo que a mí respecta, esto me tuvo sin cuidado, y me puse a leer por el simple hecho de entender de qué trataba la historia sin indagar más.
Empieza con una imagen que conjuga fuerza narrativa, claridad discursiva, objetivismo, desenfado y maldad. Digo maldad porque presenta una tarde en las afueras de Paris en que Carlomagno pasa revista a su ejército y va preguntando el nombre a sus caballeros, enfundados todos en una armadura medieval, como corresponde a la época. Van identificándose, hasta que le toca el turno a uno llamado Agilulfo. Carlomagno le pide que se quite el casco, y éste lo hace, y de bajo el casco no hay nadie.
«-¡Vaya, vaya! ¡Lo que hay que ver –dijo Carlomagno-. ¿Y cómo os arregláis para prestar servicio, sino existís?
-¡Con fuerza de voluntad –dijo Agilulfo- y fe en nuestra santa causa!
-Claro, claro, muy bien dicho, así es como se cumple con el deber. Bueno, para ser alguien que no existe, sois estupendo.”
Cuando leí este fragmento quedé estupefacto. Recién utilicé el término maldad, pues Calvino escribió este libro en una época después de la segunda guerra mundial, tras haber publicado una novela sobre la resistencia italiana (“El sendero de los nidos de araña”) y un libro de cuentos tratando en alguna parte lo mismo, y en una época en que la vida era seria, y los libros eran serios, al menos entre los sobrevivientes de la guerra. Y me dije, ¿qué le pasa a este tipo? Y, claro, me descostillé de risa. Pocas páginas después me di cuenta que el libro, a pesar del argumento fantástico y el sentido del humor, era bastante serio.
A fin de cuentas, este caballero inexistente está en el ejército para enfrentar a los moros que asedian la región, y lo acompañan en la aventura otros personajes pintorescos. Uno es un tipo que es hijo de nobles ingleses, que quiere vengar la muerte de su padre acaecido en una batalla. Otro es una mujer caballero, de armadura pulcrísima, que se curte a al batallón, un soldado por noche escogido al azar, para saciar el vientre. Otro es un loco de pueblo, que tiene muchos nombres, habla muchas lenguas, y no sabe lo que es la identidad, pues cree ser cualquier cosa que ve: un bosque, el viento, un caballero, un caballo, una mujer, una vasija, etc. Es personaje es profundamente hermoso y es de todo un poco durante la novela, incluso tiene la oportunidad de cogerse un grupo de doncellas actuando como una especie de insaciable toro sexual del Medievo. El caballero inexistente es cuestionado en su condición, y debe cumplir una aventura para remediarlo, siendo acompañado por el personaje múltiple como escudero. El joven vengativo odia al caballero inexistente, ama a la mujer y también tiene un cometido. La mujer se enamora del caballero inexistente, pues este es perfecto soldado, comedido, educado, fiel y elegante. Al final cada uno cumple su objetivo y termina bien acomodado.
El primer escritor contemporáneo y famoso en que pensé al leer esta novela (pues leer es también hacer relaciones con otras lecturas), fue en César Aira (La liebre, sobre todo), por todo eso del desenfado en la inventiva. Pero, claro, con una diferencia notable: el sentido del humor. Mientras que Aira acude todo el tiempo a los chistes fáciles (hace hippies a los indígenas del 1800 de la pampa argentina, etc.), Calvino recurre a un humor complejo, que es casi paradójico, expuesto como para te deje consternado antes que hacerte reír. Por ejemplo, hace asistir a una cena con el rey al caballero inexistente. Como no puede comer porque no tiene panza, pero a la vez es tan de reglas que no quiere faltar a una invitación real, se dedica a pedir todo tipo de comidas y fastidia a los mozos con pedidos de bebidas. Cada plato lo pone delante de él y hace migas de pan, bolitas de carne, juega, siempre serio, hasta que se cansa y pide otro plato. Y así lo mismo con las bebidas. Las alinea delante de él, las mira, las devuelve. Pero no lo hace por fastidiar a nadie, sino porque es su derecho comer, es su derecho beber y como toda persona tiene que hacer algo con la comida. Es genial. Y serio. Y jode a todo el mundo y casi nadie lo soporta.
Una de las escenas más hermosas es cuando el caballero inexistente va a África para su cometido. Una ballena ataca el barco y antes de hundirlo, le clavan una estocada al cetáceo y éste despide un chorro de aceite que rocía por completo al caballero inexistente. Luego el caballero cae al agua:
«Agilulfo, con la armadura de hierro, no puede dejar de hundirse a plomo. Antes de que las hojas lo sumerjan del todo, grita a su escudero
-¡Dirígete a Marruecos! ¡Yo voy a pie!
Y de hecho, cayendo hasta una profundidad de millas y millas, Agilulfo llega a pie a la arena del fondo del mar y empieza a caminar a buena marcha. Encuentra a menudo monstruos marinos y se defiende a estocadas. El único inconveniente para una armadura en el fondo del mar ya sabéis vosotros cuál es: la herrumbre. Pero al estar rociada de pies a cabeza con aceite de ballena, la blanca armadura tiene encima una capa de grasa que la mantiene intacta.»
Otro autor en el que pensé fue García Márquez, pero no porque la inventiva o la prosa del colombiano se le parezcan, sino porque GM tiene un par de líneas que resumen (desviando levemente la idea para necesidades propias) un párrafo de Calvino, haciendo uso del mismo recurso narrativo para justificar un discurso plagado de hechos increíbles y exagerados.
Dice GM:
«Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente que muchas cosas carecía de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo...»
(“Cien años de soledad”, GGM. Sudamericana, 1992. Pág. 9.)
Y Calvino:
«Todavía confuso era el estado de las cosas del mundo, en la Edad en que esta historia se desarrolla. No era raro toparse con nombres y pensamientos y formas e instituciones a las que no correspondía nada existente. Y por otra parte el mundo pululaba de objetos y facultades y personas que no tenían nombre ni distinción de lo demás…»
(Pág. 41)
El libro es bastante interesante y hay de todo un poco, desde reflexiones sobre la historia, la moral, la meta literatura y sobre el arte de narrar. Da para varias lecturas, dicen los críticos, y es cierto. Tendría que retomar el libro alguna vez.
Aquí unos fragmentos:
«Debéis disculpar: somos muchachas del campo, aunque nobles, siempre vivimos retiradas, en perdidos castillos y después en conventos; fuera de funciones religiosas, triduos, novenas, trabajos del campo, trillas, vendimias, fustigaciones de siervos, incestos, incendios, ahorcamientos, invasiones de ejércitos, saqueos, violaciones, pestilencias, no hemos visto nada. ¿Qué puede saber del mundo una pobre hermana?»
(Pág. 42)
«…el arte de escribir historias está en saber sacar de lo poco que se ha comprendido de la vida todo lo demás; pero acabada la página se reanuda la vida y una se da cuenta de que lo que sabía es muy poco.»
(Pág. 71)
«Se entiende que cuando una ha satisfecho sus caprichos con todos los hombres existentes, el único capricho que le queda sólo puede ser el de un hombre que no existe en absoluto.»
(Pág. 76)
«Cada cosa se mueve en la liza página sin que nada se vea, sin que nada cambie en su superficie, como en el fondo todo se mueve y nada cambia en la rugosa corteza del mundo, porque hay solo una extensión enorme de la misma materia, exactamente como la hoja donde escribo, una extensión que se contrae y coagula en formas y consistencias diversas y en diferentes matices de colores, pero que se puede imaginarse embadurnada sobre una superficie plana, incluso en sus aglomeraciones peludas o emplumadas o nudosas como una concha de tortuga, y tal pilosidad o emplumamiento o nudosidad a veces parece que se mueve, o sea que hay cambios de relaciones entre las diversas cualidades distribuidas en la extensión de materia uniforme alrededor, sin que nada se desplace sustancialmente.»
(Pág. 121)
“Las dos mitades del Vizconde”,
Editorial Futuro (1956), Buenos Aires. Traducción María Dabini y prólogo de Atilio Dabini (¿Esposos?).
Esta novela fue publicada por primera vez en 1952, siendo la segunda novela de Calvino luego de “El sendero de los nidos de araña”. Con este libro Calvino se aleja, aunque levemente (se adentra en la historia y la magia, pero sin perder la objetividad y la problemática social) del neorrealismo. Trata de un vizconde que va a una guerra contra los turcos y un cañón lo parte en dos, sobreviviendo uno de los pedazos que vuelve al pueblo, para atormentar a todo el mundo. Esta mitad del vizconde es su parte mala, con lo cual uno ve una reescritura stevensoniana. La otra es la parte buena. En fin, el libro es genial y lleno de humor y con personajes bien caracterizados, etc. Se supone que las entradas no deben ser tan largas. Saludos a todos.
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13 comentarios:
…pero acabada la página se reanuda la vida y una se da cuenta de que lo que sabía es muy poco.
Mi querido Ever... nunca supe mucho.... ahora menos!!!
Algún día me daré el tiempo y el espacio para acomodar los libros (heredados) en el estante y leerlos.... son tantos que probablemente no me dé la vida para agotarlos...
besos
Alianza editorial publicó un ejemplar que contiene los tres ejemplares: El barón rampante, El vizconde demediado o Las dos mitades del Vizconde y El caballero inexistente, bajo el nomnbre de Nuestros antepadados. Leí las historias de los Vizcondes, me falta la de Cosimo, el pibe que vive en los árboles. El humor de Calvino es como el de los monty phyton, o al revés, inteligente y sarcástico al mismo tiempo. Particularmente me cagué de risa. Uno debería tener las obras completas de Calvino, ninguna de sus obras hace agua.
MUY bueno el post de la literatura tana.
saludos
Leer a Calvino es una delicia...
yo he probao con el barón rampante y con bajo el sol jaguar (cuentos).
Me encantaron.
Tomo nota de las que mentas... aunque creo que antes tenía prometido leerme "si una noche de invierno un viajero".
¡Cojonuda la entrada!
Besos.
siempre tuve ganas de calvino, pero empece por "los amores dificiles", libro que al tercer cuento me dio ganas de irme p´ otro continente. ahora dan impulsos de entrar a la sala y empezar con alguno. me dio la sensacion de sátira por lo que cuentas.
salutd
ahora que estoy pensando mejor, parece que el caballero inexistente habla de la falta de identidad/ser fijo y dado del ser humano... un personaje que no para de identificarse con cuanto objeto se cruza, una armadura que es solo una vestidura vacia que "muestra" las payasezxamente los buenos modales y costumbres.acaso no somos una nada que constantemente se disfraza de distintos yoes? ¿o pasamos justificando nustros errores con la escencia personal (farsa) del "yo soy asi"?
no podia faltar ponerme pesada, supongo es uno de los vestidos q me pongo de vez en cuando, sepa tolerar a este yoes que lo visita.
besos disgregad o s
Ever
Me dejas impresionada y con un poquito de envidia, he de admitir... qué maravillas guarda "el estante de casa". Ese que sospecho, más bien es una inmensa biblioteca.
Saludos
E.R.:
"Para ser alguien que no existe, sois estupendo" = ¡una cita genial! Me encantó "El barón rampante" de Calvino, pero me gustaría leer más de sus obras luego de leer tu entrada tan divertida. ¡Bien hecho! Saludos.
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Gracias por compartir. Me encantó este post.
Saludetes.
Mafalda
Ay...eso es vida y no tonterias.
Comentario superficial: me quedo con Italo
Besos mediterraneos
A.
Mi libro preferido de Calvino es "Si una noche de invierno un viajero", en donde repasa un montón de formas de novelar. Yo creo que a partir de la trilogía Calvino gana en humor y en innovación formal. De todos modos hay algo así como una nota fasa en su estilo. No sabría definirlo: es como un tono levemente solemne que aburre un poco. Sobre todo en Las ciudades invisibles y El castillo de los destinos cruzados. Como si en la encrucijada de lector en la que se encuentra no hubiera podido distinguir entre Queneau y Borges.
Saludos!
Estos no los conozco. De Calvino sólo he leído "Ciudades invisibles" (una joya que además considero un botín de guerra, pues era de un antiguo novio y me lo quedé, je, je) y "Seis propuestas para el milenio".
Saludos
Hola Ever, Yo soy fan de Calvino, me parece genial toda su obra, y en particular prefiero "El sendero de los nidos de araña" y el Libro de los amores dificiles.
Como llegaron el sabado??? me conto mi hermana lo de la piedra y me preocupe, un abrazo para Naty.
Beso.
Hola a todos!
de Calvino sigo teniendo un par de libros que esperan una lectura, pero por decoro y salud mental he saltado a otro autor, que espero postear esta semana.
Besos
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