Texto: Cristino Kuru Bogado.
ººº
ASUNCIÓN ES LA CITY FAGOCITADORA DEL MUNDO. Nutre con sus frutos autóctonos a sus vecinos y metaboliza a los alóctonos. En verano la exuberancia de los altos, frondosos y umbrosos árboles de mango va soltando su lluvia amarilla, incluso de noche puntúa los pensamientos delirantes de un poeta en trance alucinatorio. Como la mangifera indica (acá todo el mundo divide a los mangos en brasileros y en injertados o rosas) su transplante ha sido tan natural y perfecto que la costumbre ya los ha nacionalizado como parte del huerto guaraní. El cáñamo indico (llamado cannabis sativa) llegó al Paraguay por intermediación de los navegantes portugueses al Brasil y depois da guerra do 70 al Paraguay. Los turistas alquilan una habitación con vistas a la plaza donde la Senad (la Dea parawayensis) sacrifica al fuego de la ley anti-drugs el incienso sacro, acaso la sagrada soma védica. Un baño de realidad parawayensis de humo de ka’a. Frente al Panteón de los Héroes los Hare Krishnas venden sus tortas de cáñamo dulcísimos y de efecto garantizado ciento por ciento por este su servidor new jornalista. Asunción cuando la invadieron los españoles en 1537 estaba rodeada por un cinto de suave curvatura fluvial que depois fue bautizada con el nombre de bahía de Asunción. Hoy tiene un segundo cordón “protector”, el de las villas miserias formadas por La Chacarita populosa, a los pies mismos de El Cabildo, La Catedral y El Parlamento; tambièn los barrios bajos de Pelopincho, San Felipe, sigue hacia el este Tablada, Botánico, el enclave de los indios maká chaqueños. Al sur está Bañado, Cateura... Allí la poesía va a buskar su juventud, las nuevas palabras que iluminarán las obras no de arte de los poetas parawayensis del siglo XXI. Por ejemplo, el bello vocablo “yiyi”. Surgió en el Bañado, la prensa sensacionalista petulante y milagrosamente alejada de los “haut couturne de la cultura" la transcribe en contextos sangrientos, de gran guiñol y el poeta los toma de allí, desempolvándole de su pátina gore-amarillenta.
Paraway es tierra de Indios, hay toda clase de indios menos del primero de los indios, los indígenas de la India: maká, ashlushlay, ishir, ayoreos, mbyá, paï, avá, aché...En Palma, la vía principal, calle mayor, main street de Asunción, las makás exhiben sus bolsas de algodón multicolores, de lunes a domingo, ellas naturales del Chaco de donde el ingeniero Belaieff (hoy divinidad únika del Olimpo maká, gente muy agradecida) los trasladó a las cercanías del Botánico, donde fundaron hasta un Deportivo Maká de Futbol!!!
Como el aroma predominante de Asu es el cannabis quemàndose como caramelo neuronal, el omnipresente sonido cotidiano de la ciudad es cumbiambero, onda los Bukis, Juan A. Solis, cumbia villera kurepa, cachaca mexicana. En el colectivo, en el taxi, en las aceras de Palma, de Estrella, en la plaza Anti-comunista, etc. exhuda su rancio y lujuriante ritmo. Se bebe, para no sufrir el calor de 40 grados de casi todo el año, tereré: guampa y bombilla con yerba mate y agua helada, con abundante hielo y por las mañanas mucho yuyo: menta’í, kokú, jaguareté ka´a....
También después del mediodía se bebe una cerveza, que según especialistas que se mueven entre vasijas de vidrio soplado, no es apta para el consumo humano, aunque el agua en donde hierven el arroz es del preciado acuífero guaraní, en la futura era pos-apokalíptika de la falta de petróleo y agua a lo Mad Max, será una de las fuentes de grandes disputas internacionales.
Todo el mundo habla guaraní y castellano, el jopará que hace un mix de lengua europea e india. Lo anfibio ambivalente se remonta hasta los años 60 cuando se llegaba a la ciudad desde los cielos en hidroavión aterrizando en la bahía (como Saint Exupéry, el principito francés que tenía su noviecita ypacaraiense llamada La Tigresa, yiyi-piloto que moraba al borde del lago Ypacaraí, lago de restos arqueológicos pre-guaraníes –500 a. de C.).
En los años 50 – cuando Giménez Caballero proclamara una de las verdades universales del hombre de buen gusto: “ vale la pena venir del fin del mundo sólo para ver a las vendedoras de frutas, descalzas y con el cesto en equilibrio de cariátide sub-tropikal sobre la testas morenas, mestizas, indias, de una yiyi para ¡guay! parawayensis...”- se llegaba en hidroavión desde los cielos al rió homónimo de la tierra cuya capital en tiempos jesuítikos traficaba con peso ficticio paraguayo, pertinente moneda para hacerla circular en estos pagos míticamente utópicos, platónikamente pobladas de buenos salvajes.
Las cariátides de comienzos del siglo xxi, estas yiyis asuncenas no son plantígrados, sino, como los gatos baudelerianos o colettianos, digitígrados, ya en shorts ajustados y cortísimos o en minis maryquantianamente flotantes, aladas, sin panties para ke la tatú ro’ó y los yonis ejerzan su magnetismo a distancia sobre sus mbojás del amor, sus kurupíes con sus penes avizores, nerviosos como moscas lujuriosas, pavlovizados por sus sonrisas arteras, sus cinturas dobladas en la s de seducción pidiendo la otra s paralela del sometedor sádiko santifikado, mandala eroto-ario una vez más naturalizado en las tierras rojas del Paraway.
La clase alta, unos 3 mil ciudadanos, ganaderos, sojeros, empresarios adosados a las licitaciones públikas que se han enrikecido y medrado durante 35 años de coloradismo-stronista. Hoy agonizan en una especie de suicidio gremial. Casi en su mayoría son homosexuales, ya no se reproducen, instintivamente buskan su desaparición, y el actual presidente electo que es zurdo ha venido para escribir su epitafio.
Su homosexualidad procede del ritual de iniciación stronista, ars erótika burocrátika, perversión clientelista. Para ser colorado había que convertirse primero al homoerotismo: someter al otro, humillarlo era sodomizar, destruir su orgullo de macho de cojones bien puestos, Toro Picha’ï abatido.
El “progreso” no solo llega de Espoo, Finlandia, sino mucho de Asia, coches japoneses, coreanos (incluso lento pero seguro como la reencarnación los camiones Tata de la India, amigos fieles de los transportistas de materiales de construcción, de los empresarios exitosos tocados por el aura jainita de la habilidad en amasar fortunas como ese Devendrah Singh dueño de la cadena de pizzerías asuncena Pancholo’s). Comerciantes de Ciudad del Este (lado paraguayo de la peligrosísima triple fronteira, antro de terroristas asegún la CIA) en Asunción: así chinos, sirio-libaneses, pakistaníes e hindúes musulmanes han tomado las primeras planas (por sus velos, por sus arrestos gratuitos a raíz de la paranoia terrorista pos- 11-S).
Para comer en Asunción tenemos hongos comestibles –delicatesen más puréte ke las trufas y los champiñones más renombrados- procedentes de villas cercanas como Areguá y Limpio... Aunque la predominante es la cultura anti-hindú de comer carne vacuna (sorry). Esto nos lleva a clasificar someramente a los poetas parawayensis: están los ke usan para sus inspiraciones poétikas el grass o cannavis, otros el hongo ke crece sobre la bosta del cebú, aun los ke curten el crack o la cocaína, y los más el popular alcohol: cervezas, vinos mau producto del contrabando hormiga desde Clorinda, argentina, aguardientes, cañas varias...
de Vislumbres, otoño 2008, Nueva Delhi
publicación anual, bilingüe (español – inglés), de cultura iberoamericana (pensamiento, literatura, arte, política) desde la India.
Paraway es tierra de Indios, hay toda clase de indios menos del primero de los indios, los indígenas de la India: maká, ashlushlay, ishir, ayoreos, mbyá, paï, avá, aché...En Palma, la vía principal, calle mayor, main street de Asunción, las makás exhiben sus bolsas de algodón multicolores, de lunes a domingo, ellas naturales del Chaco de donde el ingeniero Belaieff (hoy divinidad únika del Olimpo maká, gente muy agradecida) los trasladó a las cercanías del Botánico, donde fundaron hasta un Deportivo Maká de Futbol!!!
Como el aroma predominante de Asu es el cannabis quemàndose como caramelo neuronal, el omnipresente sonido cotidiano de la ciudad es cumbiambero, onda los Bukis, Juan A. Solis, cumbia villera kurepa, cachaca mexicana. En el colectivo, en el taxi, en las aceras de Palma, de Estrella, en la plaza Anti-comunista, etc. exhuda su rancio y lujuriante ritmo. Se bebe, para no sufrir el calor de 40 grados de casi todo el año, tereré: guampa y bombilla con yerba mate y agua helada, con abundante hielo y por las mañanas mucho yuyo: menta’í, kokú, jaguareté ka´a....
También después del mediodía se bebe una cerveza, que según especialistas que se mueven entre vasijas de vidrio soplado, no es apta para el consumo humano, aunque el agua en donde hierven el arroz es del preciado acuífero guaraní, en la futura era pos-apokalíptika de la falta de petróleo y agua a lo Mad Max, será una de las fuentes de grandes disputas internacionales.
Todo el mundo habla guaraní y castellano, el jopará que hace un mix de lengua europea e india. Lo anfibio ambivalente se remonta hasta los años 60 cuando se llegaba a la ciudad desde los cielos en hidroavión aterrizando en la bahía (como Saint Exupéry, el principito francés que tenía su noviecita ypacaraiense llamada La Tigresa, yiyi-piloto que moraba al borde del lago Ypacaraí, lago de restos arqueológicos pre-guaraníes –500 a. de C.).
En los años 50 – cuando Giménez Caballero proclamara una de las verdades universales del hombre de buen gusto: “ vale la pena venir del fin del mundo sólo para ver a las vendedoras de frutas, descalzas y con el cesto en equilibrio de cariátide sub-tropikal sobre la testas morenas, mestizas, indias, de una yiyi para ¡guay! parawayensis...”- se llegaba en hidroavión desde los cielos al rió homónimo de la tierra cuya capital en tiempos jesuítikos traficaba con peso ficticio paraguayo, pertinente moneda para hacerla circular en estos pagos míticamente utópicos, platónikamente pobladas de buenos salvajes.
Las cariátides de comienzos del siglo xxi, estas yiyis asuncenas no son plantígrados, sino, como los gatos baudelerianos o colettianos, digitígrados, ya en shorts ajustados y cortísimos o en minis maryquantianamente flotantes, aladas, sin panties para ke la tatú ro’ó y los yonis ejerzan su magnetismo a distancia sobre sus mbojás del amor, sus kurupíes con sus penes avizores, nerviosos como moscas lujuriosas, pavlovizados por sus sonrisas arteras, sus cinturas dobladas en la s de seducción pidiendo la otra s paralela del sometedor sádiko santifikado, mandala eroto-ario una vez más naturalizado en las tierras rojas del Paraway.
La clase alta, unos 3 mil ciudadanos, ganaderos, sojeros, empresarios adosados a las licitaciones públikas que se han enrikecido y medrado durante 35 años de coloradismo-stronista. Hoy agonizan en una especie de suicidio gremial. Casi en su mayoría son homosexuales, ya no se reproducen, instintivamente buskan su desaparición, y el actual presidente electo que es zurdo ha venido para escribir su epitafio.
Su homosexualidad procede del ritual de iniciación stronista, ars erótika burocrátika, perversión clientelista. Para ser colorado había que convertirse primero al homoerotismo: someter al otro, humillarlo era sodomizar, destruir su orgullo de macho de cojones bien puestos, Toro Picha’ï abatido.
El “progreso” no solo llega de Espoo, Finlandia, sino mucho de Asia, coches japoneses, coreanos (incluso lento pero seguro como la reencarnación los camiones Tata de la India, amigos fieles de los transportistas de materiales de construcción, de los empresarios exitosos tocados por el aura jainita de la habilidad en amasar fortunas como ese Devendrah Singh dueño de la cadena de pizzerías asuncena Pancholo’s). Comerciantes de Ciudad del Este (lado paraguayo de la peligrosísima triple fronteira, antro de terroristas asegún la CIA) en Asunción: así chinos, sirio-libaneses, pakistaníes e hindúes musulmanes han tomado las primeras planas (por sus velos, por sus arrestos gratuitos a raíz de la paranoia terrorista pos- 11-S).
Para comer en Asunción tenemos hongos comestibles –delicatesen más puréte ke las trufas y los champiñones más renombrados- procedentes de villas cercanas como Areguá y Limpio... Aunque la predominante es la cultura anti-hindú de comer carne vacuna (sorry). Esto nos lleva a clasificar someramente a los poetas parawayensis: están los ke usan para sus inspiraciones poétikas el grass o cannavis, otros el hongo ke crece sobre la bosta del cebú, aun los ke curten el crack o la cocaína, y los más el popular alcohol: cervezas, vinos mau producto del contrabando hormiga desde Clorinda, argentina, aguardientes, cañas varias...
de Vislumbres, otoño 2008, Nueva Delhi
publicación anual, bilingüe (español – inglés), de cultura iberoamericana (pensamiento, literatura, arte, política) desde la India.
Extraido de:
http://kurupi.blogspot.com/2008/06/para-que-el-dinero-venga-asuncin.html
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