lunes, 23 de diciembre de 2013

“La nieve del almirante”, de Álvaro Mutis

Editorial Norma, Bogotá 1992


De Álvaro Mutis reseñé un libro anterior, “La última escala del Tramp Steamer”, que no me había gustado mucho. Se puede leer aquí.
Los libros se hacen en los lectores. A veces estamos cargados de hiel, con lo cual el resultado pocas veces puede ser positivo. Ahora que leí otras tres novelas de Mutis, en este último par de semanas, estoy encantado, busco todo lo que pueda de él, etc.
El cambio de actitud hacia el escritor colombiano se debe a “Las huellas de lo trascendental. La obra de Álvaro Mutis”, de William L. Siemes. Me lo encontré a 5 pesos, nuevo, ignorado por el mundo, en una librería de saldos de Avenida de Mayo. Más por compasión que por curiosidad, lo compré, y enseguida comencé a leerlo. Ya hablaré de este libro en su momento.

Con Maqroll, el Gaviero
El narrador/compilador encuentra los manuscritos de un diario del Gaviero embolsillados en la contracubierta de un ejemplar comprado en una librería de usados de Barcelona. Lo que sigue es el relato del propio Gaviero de su aventura durante un viaje por el Xurandó, un ficticio río del trópico, a través de la selva, para realizar un negocio.
Aquí lo central: para Maqroll el fin último del viaje es el desplazamiento. Lo del negocio es un asunto que deja de interesarle muy pronto: el transitar la selva, cruel e indiferente, como una afrenta gratuita, se vuelve una metáfora de la vida. El barco y la tripulación, ejemplifican la geografía humana. A través de este viaje el Gaviero recapitula todo lo aprendido en su existencia errante. Sin sorprenderse, comprueba una vez más la inutilidad de toda empresa humana.
Como estoy un poco citando disimuladamente el libro, agrego aquí directamente un fragmento:

«Una caravana no simboliza ni representa cosa alguna. Nuestro error consiste en pensar que va hacia alguna parte o viene de otra. La caravana agota su significado en su mismo desplazamiento. Lo saben las bestias que la componen, lo ignoran los caravaneros. Siempre será así»
pp. 28

En el viaje se enferma, recuerda a su amante Flor Estévez, a Abdul Bashur (junto con Maqroll, el otro gran personaje de Mutis), conoce a un par de personajes particulares, hasta que, obviamente, el viaje se acaba. No ahondaré en esta cuestión.
El libro, sin embargo, continúa, desvaído, con un conjunto de apuntes también pertenecientes al Gaviero, que relatan otras aventuras. Es bastante rara esta continuación. En primer lugar, corresponden a otra época y a situaciones distintas. Sin embargo, son coherentes en el postulado general: para Maqroll, el diario y sus aventuras, son, por decirlo así, una excusa para la poesía. Él se presenta a sí mismo, reflexiona y comenta; todo le es íntimo y lo acepta, emocional e intelectualmente.
Por lo mismo, “La nieve del Almirante” es más bien un espacio, un lugar, donde oír la voz del Gaviero, con la excusa de estos apuntes. Da igual, entonces, qué se está contando.
Hacia el final, el Gaviero, ya viejo, es entrevistado por el narrador/compilador. Dice:

«Cuando relato mis trashumancias, mis caídas, mis delirios lelos y mis secretas orgías, lo hago únicamente para detener, ya casi en el aire, dos o tres gritos bestiales, desgarrados gruñidos de caverna con los que podría más eficazmente decir lo que en verdad siento y lo que soy»
pp. 145

Con los fragmentos finales, cuya aparición puede resultar a primera vista arbitraria, se retorna a lo señalado respecto a las caravanas: el Gaviero nunca termina de llegar a ninguna parte, pues siempre está, por decirlo de alguna manera, partiendo. Su condición es la errancia. Condición que, por otra parte, es la de todos nosotros.
Un gran libro, hay que decirlo. Se consigue barato, para colmo.



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1 comentario:

Cristian dijo...

Soy de buscar la chance de conseguirme nuevos libros para leer en mis tiempos libres y de esta manera busco en internet recomendaciones para eso. Ademas cuando tengo la chance de volar con lan argentina trato de buscar varios libros para no aburrirme en el avión