miércoles, 18 de diciembre de 2013

“El molinero aullador”, de Arto Paasilinna

Ed. Anagrama, Barcelona, 2004
Traducción de Úrsula Ojanen y Eduardo Vila Santos

Gunnar Huttunen vino del sur, como el personaje de Borges, era alto y apenas llegado alteró el orden en la comarca: no respetaba las convenciones, su tara consistía en aullar, imitaba animales, a los pobladores, era impulsivo y antojadizo; en resumidas cuentas, era un tipo extravagante. Más o menos esto dice la solapa de esta encantadora novela finlandesa. Según la contratapa, este tipo de personajes es bastante normal en Paasilinna; “rechazan la normalidad”, dice. Esto no puedo saberlo, pues apenas leí este libro. En cualquier caso, es cierto que no solo el molinero tiene comportamientos extravagantes, sino varios de los otros personajes de este relato. Uno de ellos, que es cartero y destilador de aguardiente –impenitente borracho, dicho sea de paso-, recuerda a los seres creados por otro escritor de comportamientos marginales, el grande entre los grandes Bohumil Hrabal. También, la adopción de narraciones en los bordes de lo convencional, con fuertes tintes de fábula y una moralina picaresca, lo acerca al checo. El alejamiento se produce al nivel de la prosa: la lírica del checo es barroca y truculenta, lleva a la carcajada y a la lágrima en la misma línea, es poesía in extremis; mientras que el finlandés sigue la estela de escritores más prosaicos y convencionales, que utilizan un lenguaje más bien descriptivo, lleno de imágenes que evocan acciones y con pocas entradas reflexivas, aunque cuando lo hace levanta un vuelo particularmente intenso y encantador, dirigiéndose al lector como lo hacen narradores orales.
Aunque lleno de humor, “El molinero aullador” es profundamente pesimista. Habla de un mundo desalmado y cruel, que mata la fantasía, que no soporta las diferencias. Huttunen es calumniado, pasa por instituciones psiquiátricas, le roban, en fin, toda posibilidad de identidad, lo despersonalizan; sin embargo, consigue aliados, no claudica, confronta y, en cierta manera, triunfa. Pero este triunfo lo hace desde la marginalidad, es decir, no le es posible formar parte de la sociedad mercantilista y vacía de que parecía no poder escapar. Para conservar la dignidad, lo propio, parece decirnos, hay que permanecer en pie de guerra. Ni un paso atrás, como reza el lema, pues apenas vacilamos nos aplastan.
Da para pensar todo lo que hacemos para vivir en sociedad. Todas nuestras claudicaciones y prosternaciones, ante ideas, hechos y perspectivas completamente idiotas. La normalidad, como decía Ferdydurke, se sustenta en una delirante locura.
Hermano de Kaurismaki y Hrabal, Paasilinna escribió esta maravilla.




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2 comentarios:

RebecaTz dijo...

Estupenda reseña, desde hace tiempo quiero leer a Passilinna, creo que voy a empezar por aquí (ya tengo el eBook). :)

e. r. dijo...

Hola, Andromeda!
Tanto tiempo... Es linda la novela, vale la pena. Me dan ganas de leer otra de èl, que ya conseguiré su momento: Delicioso suicidio en grupo.
Saludos!