domingo, 28 de octubre de 2012

"El derrumbe", de Dino Buzzati


Ed. Emecé - Buenos Aires, 1955
En italiano: "Il crollo della Baliverna"
Traducción de Juan Rodolfo Wilcock



37 son los cuentos reunidos en este libro del extraordinario escritor italiano Dino Buzzati. Extraordinario -alguien con un plus sobre lo común- es uno de los adjetivos que está, a mi parecer, al límite de lo hiperbólico; apenas es todavía aplicable a un escritor. Está ahí nomás de la zalamería.
Sin embargo, Dino Buzzati es extraordinario. Tengo varias razones para decirlo:
Primero, escribe como a las apuradas, o laboriosamente se ha forjado una prosa que parece haber sido escrita a las apuradas, y aún así resulta encantador. Una prosa de periódico dominical, que uno puede leer mientras mira por la ventana o habla por teléfono;
segundo, Buzzati es un pesimista, pero un pesimista risueño, ampliamente dispuesto a reírse del mundo incluyéndose a sí mismo y a sus creaciones: basta recordar que no se consideraba escritor, sino un periodista que escribía ficción cada tanto y también pintaba;
y tercero, en medio de una amalgama de boludeces -peripecias rápidamente trazadas, diálogos sencillísimos, descripciones más que menos torpes- salta, de golpe, directo a la cara, la más pura poesía, el encanto encandilador, la magia: varios adjetivos de admiración me surgen a borbotones para esta característica de pocos, poquísimos.
Otra particularidad que puedo sumar, de yapa: con Buzzati uno es capaz de divertirse aburriéndose.
Este libro lo conforman fábulas, pero sin moraleja. Hay curas, perros, extraterrestres, hasta está Albert Einstein. A los héroes todo les sale mal. Fracasan inexorablemente y se limitan a resignarse. El narrador, dulce como la miel, es cruel, no les tiene ninguna piedad. Hay dolor, catástrofe, cadáveres, milagros intrascendentes, cretinismo. Como si dijera: ahondar en el mundo surrealista, la magia, el amor, la mística religiosa, el espacio sideral, la prehistoria o el futuro, lleva siempre a encontrarse con la muerte, la estupidez, el fastidio, el sufrimiento, la desesperación, la frivolidad. Más o menos igual que del lado de la vigilia, la seriedad, la ciencias duras. Ni siquiera en la locura podemos escapar a nuestra condena: no hay sentido, ni venimos ni vamos a ninguna parte, no tenemos la menor importancia, todo es absolutamente banal. Leve en la levedad se nos evapora la vida.
A fin de cuentas, nos dicen los relatos de Buzzati, el mundo es elocuentemente ridículo. Pero si estamos dispuestos a reír, si le ponemos onda, podemos pasarla de lo lindo, al menos por ratos, hasta que algún idiota nos reviente una bomba en la cara, o se nos caiga, sin causa alguna, un ladrillo en la cabeza, o enfermemos, o simplemente perezcamos porque ya es la hora.



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2 comentarios:

Vero dijo...

Éste sí da ganas de adentrarse. Un narrador dulce y cruel, qué mejor. Me gustó en particular la coda del post, Ever (hablando de dulzura y crueldad).

Javier Couto dijo...

Tu entrada tiene un ritmo decididamente bueno, en particular al final. Y comparto el contenido. Había anotado algo sobre el mismo libro hace un tiempo (http://memorable-nota-al-pie.blogspot.fr/2011/12/el-derrumbe-de-la-baliverna-dino.html). El recuerdo de mi lectura es el de estar leyendo algo muy diferente y verme de pronto a las risas por un giro inesperado (lo cual es un problema si sos lector nocturno). Estuve vichando el blog y vi que además de lecturas, compartimos varios gustos. Te dejo un saludo.