jueves, 2 de septiembre de 2010

“Bonsái”, de Alejandro Zambra





Ed. Anagrama - Página 12, Buenos Aires 2010.


La literatura chilena es una de mis favoritas. Es más, la literatura latinoamericana es una de mis más favoritas. Y aún más… la literatura del planeta entero me encanta. Y si las librerías baratas consiguen literatura extraterrestre, a no dudarlo: yo seré un ultra-fan.
Por mientras, tenemos este libro de Zambra.
Bonsái no es una nouvelle o relato largo ni novela corta. Sino simplemente una novela. Me explico.
Como decía Poe, un cuento se lee de una sentada. Y esta novela no da. La edición esta es de letra pequeña y deja cegato en media hora. Es cierto que con una tipografía más grande se leería en poco más de una hora. Pero definitivamente uno tendría que levantar el culo por un paseíto de dos o tres pasos, por lo menos, pues cada capítulo, o fragmento, es muchísimo más grande de lo que aparenta su extensión. Y si pensamos en lo que Dick decía de que el cuento trata sobre el crimen y la novela sobre el criminal, lo cierto es que aquí nadie comete un crimen, a no ser que enamorarse y abandonar ese amor porque sí sea un crimen; y tampoco es un crimen mimar una planta. Por tanto, ni cuento largo ni resumen de novela. Estoy esforzándome por las definiciones. Es siempre un problema cuando uno escribe cualquier cosa y luego agrega más y más para ser un poco coherente. Digamos entonces que cuento largo no es porque no puede leerse en una larga sentada, y más que sobre un criminal (en el caso que hubiera crimen), en Bonsái hay como mínimo cuatro. Y sobre estos cuatro trata el libro de Zambra. Es decir, trata sobre criminales y crímenes. Pero no hay crimen, pero sí criminales, etcétera. Vivir es un crimen, en todo caso. Creo son cinco criminales. El libro fue a parar al estante así que no puede corroborarlo. Saltemos.
Como el título, Bonsái, el libro es similar al árbol ornamental japonés: igual a los árboles grandes en sus detalles, pero minimizado. La frondosidad se reduce a lo sugestivo, a lo pincelado. El narrador es un personaje con elegante distancia crítica, sin llegar a ser completamente ajeno, y simula una simplicidad formal. Capítulos fotográficos, livianos, epigramáticos. Sin embargo, hay una inmensa riqueza retórica y mucho juego temporal y baches que agigantan. Cada capítulo es el detalle en zoom de una enorme fotografía de Chile; es decir, de Latinoamérica, o sea El Mundo, que quizá tenga también algo de otros planetas y otras galaxias y, por qué no, otras dimensiones bránicas. Si estiramos un hilo del tejido verbal del libro, una frase, iríamos a deshilar la realidad entera. Una realidad que, bien lo sabemos, es gris, dulce, melancólicamente apática, sangrante y maravillosa.
Dos jóvenes se conocen, ella muere y él no, dice en la primera parte, y agrega: “el resto es
literatura”. Y, efectivamente, el resto es literatura. Me gustaría contarla pero en un párrafo podría banalizar la historia, pues creo que los trabajos de reducción, de cincelado, hasta de resumen, incluyendo los vericuetos de una posible expansión, están ya en la narración de Zambra.
Los bonsái japoneses dan frutos bonsái. Pero este que hizo Zambra da frutones. Vaporosos, pero frutones al fin.





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8 comentarios:

Pablo Seguí dijo...

Yo la leí ("yo fui testigo"). No es memorable. A veces me daba la impresión de un mero ejercicio, de volver a contar una historia ya demasiadas veces contada, por lo esquelético. No la pasé mal, pero tampoco súper. - Son de agradecer esos libritos a nueve pesos (ahora a diez). Saludos desde Cördoba.

Pablo Seguí dijo...

La verdad, leí esta vez el nuevo post chocho, con el nuevo fondo. Pero no tanto: ese blanco, pureza gordita excesiva... Encima, vi que muchos se quejaron... Qué vachaché... :-)

Jairo Rojas Rojas dijo...

pues leyendo por acá y aprovechando en buscar una letra. Saludos.

mario skan dijo...

Hola Ever: Ud. adivinó que también estoy leyendo la colección anagrama y que tenía en ciernes una reseña de Bansái. Viste al tipo que escribe una novela para mentir que está trabajando para el escritor ? esa sensación de escribir porque sí, bueno, esa es la sensación que me dio este libro. y sin embargo lo leí de una sentada y también en el auto y casi en la parada de los semáforos.Ni bien lo había terminado leí tu reseña sobre Gamboa y la lista. tienen en común eso de escribir sobre otros libros sin rodeos ni metáforas.
tu reseña me pareció copada, hay un reflexión sobre la esencia de los géneros al dedillo.
ssaalluuddooss

Anónimo dijo...

Ever, pagina 12 pio stá men connivencia monetaia con anagrama onda abc con el lector? claro, salvando als distancias...pero el pelotudo se forra si akapara el publikod el diario! y herralde takañea con la viuda de bolaño! malnacido...

N. dijo...

lo bonito de esta novela es que dice sin decir nada, parece hermano de la mujer sin cabeza. creo que me dejo pensando y la verdad no se en qué porque no hay nada en que pensar, creo, pero siento que pienso sin pensar... parece buen escritor el muchacho para poder escribir asi, aunque creo que podria haberse esforzado mas y hubiera sido sublime... es joven igual, tal vez sea un retrato de si mismo, un bonsai... yo lo cambiaria de maceta y le dejaria crecer las raices, seguro da fruto, como alguno que leo por aqui.
beso

KuruPicho dijo...

aka va una reseña sobre ese libro ke me contaste absurdamente hallaste en baires!
http://kurupi.blogspot.com/2008/01/no-me-gustan-2-gneros-literarios-la.html

Todo pasa por una razon dijo...

Excelente reseña, se nota la dedicación. Me gusta mucho la literatura, porque permite acrecentar el conocimiento y expandir el vocabulario.


Saludos,


Postes de madera