miércoles, 3 de febrero de 2010

Las mentiras de la noche, de Gesualdo Bufalino

Editorial Anagrama, Barcelona, 1990.
Traducción de Joaquín Jordá



Tengo este ejemplar hace varios años. Estuvo ahí siempre pendiente de ser leído, no a la espera, pues los libros no esperan, sino que siempre están sucediendo. Sin embargo yo, tan típico en la calaña lectora, lo tuve aislado, amarilleando un rincón de la biblioteca, escupiendo su título barroco, hasta que lo leí. Y, por más extraño que parezca (esto no ocurre con todos los libros), no lo acabé, ni tampoco él acabó conmigo. Compartimos gratos minutos de ocio, compañeros; incluso los personajes no paraban de hacerme guiños como si no bastaran los del autor. Me explico: leí el libro de cabo a rabo, pero ahora que lo tomo de vuelta entre las manos para escribir esta nota, tiembla dispuesto a empezar de nuevo y no lo resisto, así que le sobrevuelo unas páginas, y no me recuerdan a la lectura anterior, sino que están, como las grandes historias, perennemente empezando, frescas y luminosas.
Cuatro personajes sicilianos, revolucionarios o pretendientes de serlo, son encerrados en una fortaleza borbónica y serán ejecutados al amanecer. En la celda en que se despedirán de la vida, encuentran a un quinto personaje, célebre bandido de la comarca y aledaños. El director de la prisión les ha dado la oportunidad de salvarse: ha puesto cuatro papeles y un buzón, para que durante la madrugada los cotejen, y les ha dicho que con que solo uno de ellos escriba el nombre de líder del movimiento revolucionario, serán librado de la muerte. Cada uno deberá pasar, por tanto, a escribir el papel en privado; así que, luego, nadie sabrá el nombre de delator y salvador a la vez.
En principio, los revolucionarios aborrecen la idea, pues son hombres dignos, dicen de sí mismos. Pero el bandido célebre que comparte la celda con ellos, los conmina a reflexionar sobre su vida para que vean si de verdad vale la pena morir por sus ideas o por lo que han sido, o si aún les resta por vivir. Cada uno entonces hace un relato de su vida, en forma de fábula, en dónde se mezclan la biografía, el arte de la oratoria, la filosofía y demás, mientras en este relato intentan encontrar la lámpara que les guíe en el calvario y les justifique la muerte en lealtad hacia la revolución, en la traición en lealtad a sí mismos, hacia el cometido que aún ven que haga falta.
El bandido hace de juez y rápidamente descubre falacias. Pero a fin de cuentas, en esta noche particular, sola hay mentiras, y en medio de las mentiras se vive como se puede y a fin de cuentas hay que morir, pero mientras se puede joder al que pasó jodiéndonos uno tiene la oportunidad de despedirse con una sonrisa. Esto es la revolución: la ficción marginal que confronta a la ficción oficial, y la más hábil sale ganando, tarde o temprano. En la oscura noche sin un Diógenes con lámpara, el que tenga la voz más seductora es el que será escuchado y recordado, aunque después le corten la cabeza. Después, como tienen que ocurrir, todo será olvidado.
El traductor, Jordá, es un poeta, o sabe hacer como que es, el resultado es diáfano.

«No me lamento: curioso de la vida, no lo soy menos de la muerte. Así que diría…, a mí me gusta vivir pero no me disgusta morir. A mí me exalta todo lo que siento con los sentidos, sea placer o pena. Hasta la tortura, anoche, cuyos dolores todavía siento en todos los miembros, desde la frente donde me infligieron la corona de espinas, hasta la tortura ha sido una emoción especial. Esta red que tengo en el cuerpo, de hilos gráciles y retorcidos, quiero decir mis nervios, este violín de nervios donde cada sonata es diferente, con tal que vibre, dejo gustosamente que sufra…»

pp. 33




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6 comentarios:

Katrina Van Dassos dijo...

De Bufalino tengo pendiente en la estantería desde hace un par de años la "Perorata del apestado". Requería demasiada concentración para el tipo de lectura que estaría buscando, porque recuerdo que lo dejé.
Pero la trama del que comentas, pinta molto bene.
Estoy un poco perdida últimamente... pero bueno, confío no dejarlo, aunque tarde que al final vayan llegando las entradas.

En cuanto a Pessoa... tengo también pendiente que me llegue "Aforismos e afins", en portugués :D

Un abrazo, y también un gusto releerle

Katrina Van Dassos dijo...

Por cierto: ¿lo de atrás es una felicitación de navidad o una foto de matriuskas? ¿Contiene algún mensaje oculto respecto al libro?

mario skan dijo...

Como siempre resalto su fotografía junto a las piedras y las muñecas rusas. Es la primera vez que leo sobre Bufalino, en realidad la segunda, la 1º fue la entrada de abajo.
Parece tener buena pinta esta historia y el retrato del tipo es como un pier luiggi colina o michel faucoult con mirada de desdén. El saco está piola, la foto deja ver el entramado del género.

saludos Ever.

Francisco dijo...

El dilema del prisionero llevado a la literatura....

Anónimo dijo...

apuntado queda en la memoria lectorfila.

RebecaTz dijo...

Este libro tiene que ser estupendo, a mí me encantan esas rememoraciones de encierro.
Muy buena reseña.
¡Un saludo!