jueves, 30 de abril de 2009

La gracia

“No hay nada más triste que la vulgaridad sin gracia”

Salvador Elizondo




1


Mi historia comienza hace tiempo, yo no sé leer, no sé pensar con claridad, a mí me han dado una voluntad. Yo era diferente y ahora he cambiado y estoy pasando una vida mejor.


Esta idea no la concebí yo, ni siquiera la estoy escribiendo yo. Ni siquiera concebí la idea de un texto que cuente cómo se dio mi cambio, mi aproximación a esta sociedad que se está creando y que hará notar a muchos, como lo noté yo en su momento, que la gente es buena, la gente quiere ayudar, la gente es más agradable de lo que parece. Es solo cuestión de cómo se trabaja con la gente el hacer que sea como verdaderamente es: buena.


Como yo no sé leer ni escribir, o tal vez sé pero ya no me acuerdo, el que escribe este texto es la misma persona que me dio la idea y la posibilidad de ser yo también una persona. Yo estoy contando esto ahora para que ustedes comprendan y colaboren. Necesitamos que la gente colabore.


Entonces, para mayor claridad de ustedes, pondremos dos nombres a los integrantes de esta historia. Serán Uno, yo, y Dos, el que escribe este texto. Yo conocí a Dos una tarde calurosa de febrero, yo estaba recostado contra la entrada del subte, en Callao y Corrientes, yo estaba entre la multitud de gente y Dos paró frente a mí y me dijo:


-¿Por qué estás tirado ahí?


Yo le dije lo que le decía a todo el mundo, de manera automática, le pedí que se aleje unos pasos si no iba a tirarme una moneda, para que otro que sí quiera hacerlo no encuentre obstáculo. Entonces Dos me dijo:

-Sos un ciruja espantoso, así quien te ve se asusta, das asco, no das lástima, no servís.


Yo ahora soy un hombre corregido. Tengo, creo, 36 años y estoy corregido y quiero operar mi corrección sobre muchos de mis compatriotas. Pero cuando Dos me habló yo era tal cual él me describió. Yo olía mal, yo tenía la nariz amarilla, yo no podía hablar con mucha claridad porque me la pasaba mucho rato repitiendo la misma frase:


-Ey, te sobra una moneda.


Y, en muy pocas ocasiones, me la daban.


Dos no me dio una moneda sino que me dijo que volvería al otro día con una mejora para mí. Yo no me acuerdo que dijo eso, yo no me acuerdo ni de cuando lo conocí, pero él sí, así que me lo cuenta y gracias a eso puedo relatarlo. No estoy haciendo más que relatar la historia de otro, que entonces era yo, a través de la voz de este que soy yo ahora, y a través de las manos de Dos que la escribe. Yo ahora soy Tres.




2


Tres está parado en una parada de colectivo, limpio, de sport, el cuerpo subordinado por una muleta, abatido por el cansancio de caminar en muletas. Cuando Tres se revisa los bolsillos, descubre que le faltan monedas. Entonces se acerca a la persona que tiene más cerca, extiende un billete de 10 pesos y le dice:


-Disculpe que la moleste, señora, pero olvidé el carné de minusválido y me faltan moneditas para pagarme el pasaje. ¿Sería tan amable de facilitarme unas monedas de cambio?


Todo el párrafo lo dice Tres en voz alta, para que lo escuche toda la fila. Varias cabezas voltean a mirarlo. En caso de que la persona a la que se lo pide no tenga monedas, siempre otra se le pone al paso y le tiende unos centavos. Tres agradece el gesto rápido y se embolsa la moneda. Inmediatamente Tres se aleja de la fila, sin preocuparse de dar alguna explicación. En pocas horas, Tres forma unas cuarenta filas en paradas de colectivos.


El billete de diez pesos es falso, la muleta es falsa, la limpieza es también falsa, porque bajo el pantalón y la chaqueta, Tres no tiene calzoncillos y la camiseta está agujereada y sucia. En poco tiempo de colecta, Tres había conseguido ahorrarse unos 600 pesos en monedas. No las gastó porque, desde el primer día, no supo qué hacer con el dinero. Buscó por muchos días a Dos, que le había regalado la ropa y el billete falso y le había preparado el truco. Quería pagarle. Pero Dos no se presentó sino recién al tercer mes, una madrugada en que Tres se disponía a dormir en su colchón de cartón bajo un banco en la plaza Congreso, utilizando las ropas limpias como almohada y abrazando la muleta. Dos se acercó a la cama de Tres bajo el banco y le dijo:

-¡Ey, ciruja! Despertate que te vengo a ver.


Tres se despertó, muy contento ante la aparición de su ángel. Antes de decirle una palabra, le indicó uno de los árboles de la plaza, con una señal para que lo acompañase hasta allí. Dos y Tres caminaron tranquilos hasta el árbol. Entonces Tres escaló el árbol, se metió entre las hojas de la copa, y apareció después con una bolsa grande de plástico. Una vez sentado con Dos en un banco, abrió la bolsa y adentro había un cofre de madera. El cofre, una vez abierto, se mostró lleno de monedas brillantes. Mientras le entregaba el cofre, Tres le dijo a Dos:


-Ya no entraban más así que estos días no salí a juntar monedas.


-Oh, muy bien, ciruja, hiciste muy bien. Ahora me llevo estas monedas y vos tenés el cofre vacío otra vez para que no tengas problemas. Mirá, ciruja, te quería hablar de algo más. Estoy armando una organización, vos tenés que saber que no sos el primer ciruja con el que trabajo. Mirá, hasta ahora hay once. Están distribuidos en todas partes. Es una organización anónima, una empresa de cirujas recolectores de monedas. Mirá, la empresa ya arrancó, vos sos el segundo cobro de hoy, el otro me dio setecientos pesos. Mucha plata, ciruja. Pero ahora vengo a pedirte un favor, necesito que hagas por mí algo. La empresa está en proceso de expansión: se llama “Repartamos la gracia de comer”. Estoy creando enlaces para exportar la idea, ¿me entendés? Los contactos que tengo son gente de altas esferas. Es una organización clandestina. Ya hay filiales formándose en Córdoba, San Pablo, en Medellín, Santiago y Asunción. Quiero poner tu testimonio para que los contactos sepan que funciona. Así los contactos van a organizar mejor a sus cirujas, ¿entendés? En todas partes hay cirujas, casi todos espantosos, pero con una buena organización se puede hacer muchísimo y necesito que vos me des una mano. ¿Estamos de acuerdo?




3


Lo más importante que quiero decir es que yo soy ahora una persona. Y puedo hablar con claridad, incluso escribir con claridad, porque tengo quien lo haga por mí. Yo ahora sé lo que es la dignidad humana, yo ahora sé que la gente es buena, yo ahora sé que necesitaba ayuda y la obtuve. Si ustedes trabajan en conjunto, muchos que eran como yo era, podrán ser como ahora soy, es decir, tener una vida mejor. Es por eso que es importante que organicen a gente que es como era yo, en las ciudades donde estén, para que así poco a poco puedan ser como yo soy ahora. Es todo lo que quiero decirles.




+

16 comentarios:

Mafalda dijo...

...

Hola Ever:

Somos tantos de acuerdo al momento y las necesidades.

Pero al fin de cuentas el ello, el yo o ego y el superego se fucionan en ese tres.

Saludos desde esta ciudad influenzada.

Mafalda

Ojaral dijo...

¡Así que ahí estaban las monedas? Qué bueno, Ever. Es el nacimieto de una gran empresa. Y esa persona que estre y a la vez es uno, me recordó a la Santísima Trinidad.
Saludos!

marichuy dijo...

Ever

La gracia de la evolución, diría yo; o quizá la gracia de las múltiples personalidades; de las múltiples facetas, para que no se oiga tan de psiquiatra.

Un saludo

e. r. dijo...

hola Mafalda!
Pues las trabas funcionas en niveles complicados a veces. Acá le mando un abrazo de antibiótico.
Gracias por pasar. Saludos


Ojaral! jajaja, sí, vio lo de las monedas? En algún lugar tenía que estar...
Gracias por la visita! Mañana tiene taller? Avise si tiene ganas de una cerveza o un vino. Saludos

Hola Marichuy!
Yo lo pensé más como una cuestión de entrega total a un sistema de lucro para el que trabaja el personaje pero que, aunque él crea que sí, en realidad no le da mucho rédito...
Saludos

kurubeta dijo...

haupéi?
toi ya en baires
saludetes
nos vemos oi?
recitald e poesia con oscar fariña chupi
con vero?
venta de libross cartoneros
asu t ata
con cucu en eloisa?
avanti

falamus
xtino

A dijo...

nada peor que la vulgariudad fuera de la cama...

Besos perversos
A.

mario skan dijo...

Me gustan esos ambientes marginales que creas, de cirujas, avivados que funcionan en las grandes conglomeraciones, con su mentirita y en este caso una evolución.
La parte del cofre y las monedas brillantes que estaba en la copa de un árbol le dio un toque a cuento oriental, de las mil y una noches.
Muy buen relato Ever, saludotes

Sandra Strikovsky (Strika) dijo...

¡Hola, Ever!

A mí también me ha gustado mucho cómo recreaste este ambiente marginal. Ah, y gracias por la nueva palabra que he aprendido: ciruja. Aunque la entendí en el contexto, no la conocía. Ya la busqué en mi súper diccionario de jergas de habla hispana y la incorporé a mi lexicón. :D
Saludos

Canalla dijo...

En resumen, leí y releí al otro día, y sólo atino a aventurar que detrás hay varias lecturas, implícitas. Si no es así, quiero seguirlo creyendo de cualquier modo. Un fuerte abrazo

e. r. dijo...

Kuru! Ya nos vimos...

Hola A!
La sabiduría de la frase que proferís haría enrojecer al propio Elizondo. Saludos

Hola Mariano!
Gracias, che. Eso de aire de cuento oriental lo debo traer de los cuentos infantiles que escuché y otra parte del profundo deseo de encontrar el mismo cofre en alguna caminata callejera...
Saludos

Hola Strika!
GRacias!!!
La palabra ciruja también la aprendí acá y no hace mucho. Yo decía linyera, je. Saldos

Hola Canalla!
La cosa de las lecturas implícitas es tal cual. Yo creo que esta vez salió porque no se trataba de un solo tema (el argumento) lo que se toca en el cuento: sino rabias, curiosidades, magia, personajes... Como que se intentó meter mucho y casi todo quedó como descoyuntado...
Gracias por pasar. Saludos

Ojaral dijo...

Frente a frente, dando muestras de coraje,
los dos guapos se trenzaron en el bajo,
y el ciruja, que era listo para el tajo,
al cafiolo le cobró caro su amor.
El ciruja. Tangazo de Marino y De la Cruz.

e. r. dijo...

Ojaral!

Qué buen dato!!
Lo busco en la wé a ver si lo puedo escuchar. Gracias...

N. dijo...

Hola Ev, al fin pude pasar, como canalla tambien creo que hay muchas lecturas implicitas en tu relato y como vos, tambien, muchas rabias e iras y por sobre todo resignaciones. Debo decir que me produce un poco de tristeza tu relato...hay algo en el que es una potencia, eso que no quiere resignarse a nada y contrariamente a lo que opinaste por ahi el ciruja gana, aunque crea que si, y no, pero gana... tal vez se trate de eso, de las ganas de robarle algo a los otros que en el roce cotiudiano nos hacen tener que pagar hasta el aire que respiramos... no puedo dejar de pensar en F, cuando me decia que el hombre es incapaz de resignar su satizfaccion ante las imposiciones sociales... de algun modo encuentra algun lugar escondido, un "cofre" de fantasías donde retribuirse aquello que pago/perdío/cedío... aunque en definitiva siempre hay alguien que viene a pedir un tributo... amigo! las cosas que uno tiene que hacer por un poco de interaccion social!!! hehehe
te mando un beso, espero no lo rechace por lo alto del precio... hehehe
pd2 como estamos con las tendencias delictivas y mal intencionadas, lea lo que puso por estos dias... ehehehe, ya me contagio las dobles tendencias

e. r. dijo...

Hola N.! Pues no lo pienso como caro, encantado más bien.
Mirá, para mí no sé si es tanto así, eso de que uno se hace los cofres por deseo, lo que dice el cuento, sino que la pobreza de unos es el cofre de otros, una cosa así, aparte la alienación y el resto. Te mando un abrazo y ya conversaremos sobre el tal F. Saludos

malik dijo...

No estoy de acuerdo con la crítica que hace de su cuento el propio autor. No veo nada descoyuntado, al contrario, encuentro una perfecta cohesión, fruto de un cálculo mágico. Me fascina este difícil juego de identidad en el que de no estar atento sería fácil perderse. De hecho hay un error, cuando dice: “yo estaba entre la multitud de gente y Uno paró frente a mí y me dijo…”. Aquí no es Uno el que se para, es Dos. Me parece importante corregir este detalle porque yo, la primera vez que lo leí, justo en ese punto me confundí, creí que no estaba entendiendo, aunque en esa primera lectura, también es cierto, no me interesaba tanto la matemática del cuento sino que me impresionaba el testimonio proselitista y su desarrollo, me impresionaba la tremenda ironía del discurso moral, hipnóticamente escandaloso. Sí, este cuento es escandaloso, me asombra que alguien se haya atrevido a escribirlo, pienso en la valentía que se requiere. No voy a decir nada sobre “lo implícito”, todo me parece muy explícito, sin que esto quiera decir que pueda ofrecer una interpretación, un significado o identificar una denuncia. Por suerte no, por suerte el cuento se mueve un poco como un sueño, dejando improntas (imágenes) muy vívidas, la de Tres subiendo a la copa del árbol para bajar el cofre es la más onírica, pero también el juego del narrador tiene una forma onírica pues se trata de un relato narrado en primera persona, cuya primera persona se compone de tres, y Dos, el maquiavélico artífice (o el narrador), casi logra desdibujarse en el fondo.
Pienso que es un relato excelente y quiero agradecerle a e.r. el hecho de que (a pesar de su exagerada modestia) me lo haya dejado a mano.

e. r. dijo...

gracias anónimo.
soy sensible y esto me ha emocionado.
me fijo en lo de la corrección, seguro que ni lo noté.
saludos