lunes, 15 de diciembre de 2008

Llamada telefónica

Si a fin de cuentas toda escritura es autobiográfica, bien puedo tomarme el atrevimiento de escribirme de manera explícita por lo menos un post. Antes de ayer sábado llamé a casa de mamá, luego de unos dos meses, y conversamos de todo un poco, entre otras cosas de la muerte, que siempre es un tema entretenido para los dos, y sin que me lo esperara esta conversación terminó por dejarme un poco incómodo, hasta triste incluso, porque de 6 ó 7 veces que hablamos por teléfono este año mamá y yo, el promedio de muertos cercanos por llamada nunca superaba a dos, y a veces incluso los muertos eran solo parientes de vecinos, o chismes de barrio, y los suicidios, siempre sorprendentes, tenían una justificación que por lo menos nos llevaba a meditar y decir, bueno, qué espantosa vida, ¿no?, qué cagada que le tocó y vivir a ese o esa, pero la llamada de antes de ayer sábado me dejó triste, esta es la palabra, incluso con miedo, porque la parte de los muertos fue casi toda la llamada, limitándose los saludos de rigor solo a dos o tres frases, a saber, primero con mi padre que atendió el teléfono, ¿Cómo estás, hijo?, Bien, pa, ¿y vos? Bien, tranqui, ¿Y los negocios?, Y ahí andan, en realidad no andan, me dijo, ¿Cómo que no andan?, le dije, ¿Supiste de la nueva ley de Lugo?, me dijo, y antes de explicar qué es la ley de Lugo, diré que mi padre es jubilado hace unos 10 años, pero que no se contentó para nada con la jubilación, porque el dinero de la jubilación no le alcanza para un carajo, pues es una jubilación de Paraguay, de sudamérica, donde uno puede encontrar las más asquerosas e indignas jubilaciones, por no alcanzarle para nada la pensión de jubilación, mi padre, se dedicó desde los primeros días a armarse distintos tipos de negocios, entre ellos el de técnico de reparación de celulares, solo por un tiempo, muy breve por cierto, muy rápidamente los celulares se fueron poniendo demasiado tecnológicos para él, pues mi padre se formó en los 60 en electrónica, época florida de aparatos gigantescos y ahora inútiles, circuitos cerrados y demás, que la ciencia ficción de Sturgeon y Asimov, salvo ribetes metafísicos y algún que otro asomo a una robótica hipercomplicada, llevaron al paroxismo y que nosotros, siervos de microsft, olvidamos íntegramente, o por lo menos vamos en camino de olvidarlos completamente, cambiándolos por una tecnología de bits, más simple a primera vista, pero infinitamente compleja para alguien que como mi padre se formó reparando televisores con transistores y demás, imposible de seguir para mi padre esta nueva tecnología, aunque mi hermano, también estudiante de ingieniería en electrónica le intenta explicar una otra vez, mi padre rara vez es capaz de escribir un e-mail, simplemente lo dicta a mi hermano, o llama por teléfono, o espera que yo llame, o no espera nada y sigue con sus negocios de emergencia, que son raros y únicos, poco funcionales como la vieja tecnología que estudió, y justamente el último negocio de mi padre fue el afectado por la ley de Lugo, una ley justísima a mi parecer, una ley poco oportuna para mi padre, que como recurso loco había empezado a intentar vender terrenos de latifundistas, partidos en pedazos estos terrenos de miles de hectáreas, a inversores extranjeros, gente que quisiera ir a cultivar soja a Paraguay, o criar ganado por miles, como lo hacen sobretodo esdounidenses o alemanes o brasileños por estos lados, empresarios sin corazón más que para los negocios, que ven en Paraguay o Argentina lugares idóneneos, con favores políticos fáciles y coimas baratas, una posiblidad de duplicar, triplicar, cuadruplicar sus riquezas y agotar la tierra, matar la tierra y de paso campesinos sin tierra a balazos, negocios que benefician a estos contrabandistas de recursos naturales con complicidad de los pobladores de las tierras donde van a asesinar, cómplices como mi padre pretendía ser, en su desesperación por unos pocos billetes, pero este negocio del que ya me había hablado en una conversación telefónica anterior no había fructificado, para felicidad mía y dentro de todo para menos complicación de mi padre, pues Lugo puso a funcionar una ley que prohíbe la venta de tierra a extranjeros hasta que se complete la reforma agraria, que dicho sea de paso puede tomar décadas, o no realizarse nunca, y esto truncó el negocio de mi padre, que no pasó de especulaciones por cierto, pretensiones de aprovechar parientes en el extranjero para hacerlos corredores inmobiliarios, yo en Argentina, Albert en en algún país europeo o africano, Tía Gloria en España, otros parientes en los Estados Unidos y Francia, pues mi familia, como toda familia paraguaya, está esparcida por todas partes, loca, demencialmente repartida por todas partes, y como cada familiar mío, como yo, está loca, demencialmente necesitada de dinero, mi padre quería aprovecharlo repartiendo también el país, usándonos como vendedores inmobiliarios para posibles inversionistas que nos crucemos por ahí, y sí, es una idea loca, demencial, por suerte no prosperó, no dejó de ser pura charla, de todas maneras era un negocio estúpido, egoísta, y yo no pretendía ayudarlo para nada, aunque a mí, en Argentina, era al que menos ayuda iba a pedirle porque aquí, también como en Paraguay, están repartiendo todo para todas partes, así que no iba a pedírmelo, solo me lo comentó, Y Lugo puso esa ley y ahora no se puede vender nada, me dijo, y yo le dije que estaba bien, que era un negocio estúpido, un negocio egoísta, Andá, pa, hacé una olla popular en la esquina de casa, ahí te va a ir mejor, vas a ser más útil, quise decirle, pero no le dije mucho, solo que el próximo negocio iría mejor, siempre y cuando no sea vender más el País, le dije, y me pasó con mi madre, pobre viejo, pensé entonces, pienso ahora, y mi madre también, pobre vieja, qué vida jodida, pero también, cada tanto, qué vida feliz, como cuando me atendió mi madre y me saludó feliz, Hijo querido, ¿cómo estás?, me dijo, y yo todo compungido le dije Bien, menos mal que a papá se le olvidó el negocio, le dije, y ella me dijo que eso estaba mejor, y luego intercambiamos más palabras de rigor, pocas y breves, y empezamos con el recuento de muertos, eje de nuestras conversaciones, rutina oscura y salvadora, pues nos recuerda que estamos vivos y francamente nos deja de buen humor, hablar de muertos, no sé por qué nos gusta tanto, aunque también nos entristece, ¿a quién no le gusta y a la vez le entristece la muerte?, en todo caso a mi madre y a mí nos gusta y entristece y después nos pone de buen humor hablar de muertos, como antes de ayer sábado a las 5 de la tarde, hora en que empezamos a hablar de muertes, Lo demás era muerte y sólo muerte a las cinco de la tarde, dice un poema de García Lorca, y tal cual fue nuestra conversación de antes de ayer sábado a las 5 de la tarde, en ese momento no recordé el poema como lo recuerdo ahora, pero los dos sabíamos que a partir de esa hora, y en la hora siguiente de extenderse la conversación, hablaríamos de muertos, haríamos hipótesis, como es costumbre, y luego colgaríamos el teléfono con mejor humor, pues es nuestra rutina, nombrar un par de muertos, ponernos de buen humor y colgar el teléfono, pero no resultó así esta vez, ambos, tanto mi madre como yo, nos despedimos tristes, asustados, luego de hablar de los muertos de estos días, y todavía hoy que escribo esto me pogo triste al recordarlo, al recordar a los muertos, nombrados así a la ligera por mi madre y yo, envenenándonos sin darnos cuenta, y la verdad es que solo me empecé a envenenar yo pues mi madre ya estaba envenada con esas noticias, pues las sabía de antes que yo y también sabía que me las iba a contar, así a la ligera, y también sabía que iba a envenarme a mí cada muerte, gota a gota, a medida que fuera nombrando los muertos y las circunstancias de sus muertes, aunque de estas circunstancias no sabía mucho, pues por suerte ninguna muerte ocurrió cerca de ella ni nada, aunque sí en la familia, familia no tan cercana por suerte, cercana en segunda o tercera generación, pero muertos familiares a fin de cuentas eran todos, cada uno al menos tenía foto o almuerzo en la casa de mamá, o había pasado alguna vez por su casa y yo incluso había visto por lo menos una vez a cada uno, incluso les había hablado alguna vez, aunque ahora no recuerdo más que alguna conversación ocasional solo con dos de ellos, con uno de ellos de hecho tuve conversaciones más largas, pero también sé que a los otros dos les hablé al menos una vez, o les dije solo hola, les dije, en fin, al menos hola, y hasta quizá les haya dado un beso que eso se hace con frecuencia, y ahora estaban muertos, contados así para deleite de mi madre y yo, los cuatro muertos, pues esta vez no eran dos o solo uno, como de costumbre en nuestras conversaciones, sino cuatro los muertos, cada uno trágico, doloroso, que dejaron adolorida a mi madre y que me provocaron dolor a mí, un dolor que todavía ahora lo estoy sintiendo, dolor y miedo, tristeza, qué estúpida es la muerte, banal y estúpida, pienso ahora, y también mi madre y yo al hablar de estas cosas, qué banales y estúpidos somos, pero ya no puedo dejar de preguntarle, tan banalmente, como le pregunté el sábado a las 5 de la tarde, ¿Qué hay por ahí, ma, murió alguien?, y por supuesto yo esperaba el sí, pero no ese sí que me dio mi madre, un sí lúgubre, atragantado, un sí que desembocó luego en la frase larga, ininterrumpida, de los cuatro nombres, a saber, Estela, Amancio, Sami y El militar marido de Cari, este último carente de nombre porque ni mi madre ni yo lo supimos nunca, pero que sí conocíamos de haberlo visto más de una vez, y ya que empecé a identificar al marido de Cari, identificarlo sin nombre, contaré primero la muerte de este, tal como me la contó mi madre, sin retórica, Se ahorcó de mañana antes de ir a trabajar, Cari salió de la habitación de los dos para ir al baño y lo encontró colgado de una de las vigas de la sala de su casa, me dijo mi madre, Cari lo encontró colgado con unos cables muy resistentes, imagino que cables muy resistentes porque era un tipo grande, esto fue como a las 7 de la mañana, luego de encontrar a su marido colgado, Cari fue corriendo a llamar a los vecinos para que lo descolgaran y los vecinos vinieron y lo descolgaron, y luego fueron al entierro, al otro día, los que descolgaron al militar, de 26 años, el día anterior, frente a Cari que miraba a su marido desde la entrada de la sala, sin saber qué decir pero queriendo explicar alguna cosa, y todavía no tiene nada para explicar, al menos no oficialmente, pues el marido militar que se colgó no dejó una carta, un fax, un E-mail ni un video grabado, nada, ni siquiera una conversación con un mejor amigo para explicarse, simplemente se colgó esa mañana, vaya a saber por qué, aunque por supuesto la familia entera dice que tenía problemas con la esposa, viuda ahora, problemas de cuernos y demás, pero eso qué importa, no sirve de explicación, en todo caso la esposa no puede ir por ahí diciendo yo le ponía los cuernos y por eso se mató, no quedaría bien, pero mi madre y yo, por supuesto, dijimos que seguro se mató por eso, Hay mucha gente que no soporta eso de los cuernos, ma, dije yo, Y no, me dijo mi madre, y después me dijo que ella sabía que yo soporté muchos cuernos y yo le cambié de tema, y en vez de hablarle de los cuernos que soporté, que ahora me doy cuenta de que hubiera sido mejor, le pregunté quién más murió, así, a bocajarro como dicen los novelistas españoles del XIX, banalmente le pregunté quién más murió, y ella, mi madre, me dijo, también a bocajarro, Murió también tu tía Estela, de un infarto, la semana pasada, en su casa, en su cama, ella estaba muy enferma ya, me dijo, y yo no pregunté más porque Estela era prima suya y amiga de infancia, según creo, pues las oí hablar por teléfono muchas veces, aunque esto último, lo de haberlas escuchado hablar varias veces puede ser un error, pues hay muchas Estelas en mi familia, está Estela la alcohólica, Estela la eterna prima con la hija doctora, Estela la narigona, Estelita, no sé cual Estela será y no quise preguntar más porque mi madre me dijo Estela con voz todavía más apesadumbrada que cuando me nombró el muerto anterior, y entonces yo solo le dije, Mamá, ¿estás bien?, y ella me dijo Sí, es muy triste nomás, era mi amiga, Ah, siento lo que pasó, le dije, y después le hablé de otra cosa, de mi vida acá, creo que le dije algo como que iría al teatro esa noche, como de hecho fui, o tal vez le dije que había ido al teatro la noche anterior, como de hecho fui, o alguna cosa por el estilo para cambiar de tema, y ella me dijo luego, sin prestarme mucha atención, También se murió Sami, ¿Sami?, pregunté yo, ¿Quién Sami?, El tío de Paz, me dijo, el tío favorito de Pacita, y ahí me quedé helado, pues Sami era un chico hermoso, tanto Pacita como yo lo adorábamos, un chico muy joven, de poco más de 20, castaño, ojos verdeazulados como Pacita, pelos parados y siempre sonriente, fuerte, amable, ¿Y cómo murió?, le dije a mi madre, profundamente apenado, Yo sé que le querías mucho, me dijo, y sí, era así, Pacita y yo le queríamos mucho, le dije, Tenés que llamar a Pacita, me dijo, y ahora me doy cuenta de que no llamé a Pacita, debe ya saberlo y yo no la llamé, pues aunque viva a 500 km estas noticias vuelan, era su tío, su adorado tío y yo no la llamé, que desconsiderado, qué muerte injusta, todavía hoy veo a Sami sonriendo, preparando mates, hablando de chicas, haciendo chistes, amable, adorable, ¿Y cómo murió Sami, ma?, pregunté, De un accidente de moto, me dijo y yo no quise saber más, esta vez fue ella quien me preguntó, ¿Y vos estás bien?, y yo por supuesto le dije que más o menos, Estoy impactado, ma, le dije, ¿Cómo esperás que esté?, Y hay más, me dijo, y ahí, no sé por qué, por ese espíritu autoflagelador que tenemos, quise escuchar más, aunque sabía que ya sería demasiado, pues a fin de cuentas tres muertes es suficiente, es más de lo que uno puede pedir en una llamada telefónica rutinaria, para qué más, sin embargo en el momento que mi madre me dijo hay más, yo quise escuchar más, una muerte más, pues dada la conversación que estábamos llevando no podía tratarse de otra cosa que una muerte más, tal vez una muerte todavía más dolorosa, o una muerte indiferente, en todo caso otra muerte más, y otra muerte más sería el corolario de la conversación que estábamos llevando, una conversación lúgubre como pocas, esta muerte más sería un corolario espantoso, el golpe del knockout pero dado ya al rival derribado, el re-knockout, pues yo ya estaba derribado, sangrando, sin muchas ganas de levantarme y seguir bailando el ring, tres muertes después de todo ya es suficiente para una llamada rutinaria, Tres muertes ya está bien para una llamada rutinaria, ma, le dije a mi madre, qué otra cosa le iba a decir, pero en vez de dejar que ella permaneciera callada y proponer otro tema, le dije, ¿Y qué más hay, ma?, Se murió también tu tío Amancio, me dijo, ¿Amancio?, Un tío tuyo, no sé si te acordás de él, ¿Y cómo murió?, pregunté, aunque saber que se murió además de las tres anteriores personas un tío mío ya era suficiente, de hecho no podía pedir más, le pregunté cómo había ocurrido, quería detalles, después de todo, detalles, no puedo entender por qué, y peor aún mi madre quería decirme estos detalles, a pesar de haberme contado ya tres muertes ella quería darme estos detalles, y entonces yo callé un ratito y esperé que me cuente, y como a la pregunta de cómo ocurrió no me respondió enseguida la apuré diciéndole otra vez, Ma, ¿cómo pasó?, Y se metió un tiro, me dijo mamá, se encerró en su pieza una mañana y se metió un tiro, ¿Así nomás?, le volví a preguntar, ¿Y qué le pasaba, era depresivo, tenía deudas, qué le pasaba?, pregunté, Y no sé, me dijo mamá, Era jubilado, tiene un hijo que es médico, un hijo ya grande, y su esposa está bien, tienen plata, no sé si tenía otra mujer, no sé qué le pasó, nunca se intentó matar antes, siempre fue un buen señor, no dejó carta ni nada, me dijo mamá, y yo no podía entender cómo un jubilado se metía un tiro sin tener deudas ni otra familia, sin historial depresivo ni nada, siendo un buen señor, cómo alguien así se podía matar así nomás no lo pude entender, aunque por supuesto estas cosas nunca se entienden, pues la gente se mata todos los días, cada uno con su razón, siempre hay una razón, la que sea, una razón sin razón muchas veces, pero no hay suicidio gratuito, muchas veces ni siquiera el que se mata sabe por qué y por supuesto el porqué de que Amancio se meta un tiro mi madre no tenía por qué saberlo, a pesar de esto yo se lo pregunté igual, ¿Y por qué se mató?, y mi madre me dijo que no lo sabía, la familia no dice nada, Solo nos invitaron al entierro pero no pudimos ir porque era lejos, me dijo mi madre, y entonces yo la inquirí de vuelta pidiéndole detalles, ¿Cómo pasó, ma?, Y él estaba en su pieza hablando por teléfono, después colgó el teléfono y llaveó la puerta y se disparó en la cabeza con una pistola, así nomás pasó, me dijo mamá, ¿y qué más podía preguntarle yo a mi madre?, era una muerte que no tendría explicación para nosotros ahora, en esta conversación, de todas formas le dije que a lo mejor Amancio estaba hablando con otra mujer y después se mató, o con alguien que le robó, Y quién sabe, me dijo mamá, Tal vez estaba hablando con Dios, le dije entonces a mi madre, No digas pavadas, me dijo ella, Ma, ya no quiero hablar más por hoy, me cansé, le dije, Te extrañamos mucho por acá, me dijo ella, y después nos dijimos pocas cosas más, nos despedimos y colgué.


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22 comentarios:

marichuy dijo...

"de sudamérica, donde uno puede encontrar las más asquerosas e indignas jubilaciones"

No Ever, no es privativo de sudamérica. En México el sistema de jubilaciones es inmundo; y más ahora que pretenden privatizarlo, para que sean los usureros bancos quienes saquen la mayor tajada.

Me llama la atención que el tema de la muerte sea el frecuente en las converasciones con su madre, Ever. Curioso, porque a mí me pasa al revés: yo hablo más con mi padre y tal pareciera que él elude a toda costa el tema de muerte; optando por hablarme de otras cosas. Solo de pronto, se le escapa una queja por algún achaque. A veces me hace muy bien hablar con él; pero en otras, me pone triste y bien a bien, no sé por qué.

Recibe un cordial saludo

Mystica dijo...

"Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde."
Garcia Lorca, qué maravilla!
Ay, e.r. no sé que decirle, todos los días dialogo con la muerte (por mi trabajo) y sigo sin entender nada, por qué le dan de alta a la viejita de 98 y se muere el chico de 19?
Hay una frase qué dice "La vida es un esfuerzo digno de mejor causa" en el fondo creo que el suicidio se trata sólo de eso, sin más explicación que encontrar.
Nada, qué le puedo decir? Un beso.

Ojaral dijo...

Qué belleza, Ever. Como un Bernhard tierno y comprensivo. Un Bernhard mejorado, humano.
Agradezco lo que yo, personalmente y sin ninguna justificación, leo como un mensaje de solidaridad perdido ahí en medio del texto. No sirve de mucho, pero ta bueno saber que ud también padeció lo mismo. Mal de muchos, consuelo de tontos, no?
Saludos, maestro!

Mafalda dijo...

...

¡Que barbaridad!

Que buen manejo del ritmo. No se me cansó ni la vista ¡carajo!...

Muy buen texto.

Cuando leo algo de la cotidianidad como esto, me curo de espanto.

¿Será que la muerte deseada, la muerte como solución a algo, es un aviso?
Y si es así, ¿Aviso de qué?

Vaya cosa nuestros paises, todo un ejemplo de un ejemplo a no seguir.

Me volveré una fan vuestra.

¿Qué hacer para comprar sus libros?

Mafalda

(o mejor JaZz) dijo...

Ufa! yo pienso mucho en la muerte...
no me nace hablar de ella
pero sé que esta ahí rondandome.
A veces cuando tengo el llanto atragantado
imagino como sería la muerte de alguien que quiero
y le regalo unas lágrimas adelantadas.
También me sirvió para poder llorar en alguna obra de teatro.

Anónimo dijo...

En fin, qué comentar sobre un texto así... sólo espero no extenderme más de lo necesario, ir sin rodeos, como bien dices que hacemos los españoles con respecto a la muerte.
Y empiezo con la vida, campo, recursos naturales, países subdesarrollados, capitalismo efervescente de inhumanidades, valores enterrados... Todo eso reflejas en el negocio de la tierra. Las guerras del futuro, que las habrá, serán por ese entramado de campos de cultivo y explotación que los países están realizando en otros, por ejemplo China con el nombre de empresas, tiene millones de dólares invertidos en otros países para realizar explotaciones que no pueden llevar a cabo en su territorio (no será por espacio... algo huele mal).
... y ese algo puede ser el muerto, sólo tenemos que arriesgar en el acto de acercamiento de nuestra nariz al alma para sabernos de esta forma.
Un abrazo

Edgar Pou, ratá pypore dijo...

avanti amigazo Ever,

e. r. dijo...

Marchuy, tenés razón en eso que decís: es particular de toda américa latina, y por lo que cuentan también en los EUA, ejemplo máximo a imitar, solo que escogen lo peor, de nuestros gobiernos. Y la verdad es que no sé, tenemos un carácter un tanto lúgubre los dos, nos dan risas cosas que a la vez nos hacen, o al menos nos dejan en el borde, reír y llorar. Gracias por pasar.


Cordelia, es así como decís: por qué le dan de alta a la viejita de 98 y se muere el chico de 19? No tiene nada que ver con la justicia, nacemos con el signo de la muerte, es nuestra meta, entre tanto viajamos como podemos, hacia ahí. Saludos

ojaral, ningún consuelo parece. Oh, y me falta bilis para bernhard, me quedo en la comedia, el chiste fácil incluso.

Mafalda! Qué decirte, es así, quizá un aviso, ya nos tocará saberlo. Cuando tenga algún libro mío te lo haré llegar por correo, palabra. Saludos

Jaz, utilitaria la muerte, también, por lo visto. Da gusto tenerte por acá!!! Pero tenés que pensar en la vida vos, que es lo que hay haciéndose. Saludos

Gracias, CA, por pasar. Tu comentario es bastante acertado. El olor a soja, a químicos transgénicos, es peor que el de la morgue, porque es el olor de una muerte doble: la que ya pasó y la que sigue pasando. No quise decir que los españoles den rodeos al hablar de muerte, sino más bien que lo hacían a bocajarro: se murió tal. O acaso bocajarro significará otra cosa? Otro abrazo, che.

Avanti Pou!

mario skan dijo...

Hola Ever, hoy por la mañana leì tu post y la verdad es que me dejò extrañado, ante la longitud de la entrada quedé doblemente impresionado, como alguien dijo por ahi arriba, se me pasó volando el tiempo de lectura. Y hay veces que me dejo engañar por el narrador, en este juego de verosimilitud, no sé hasta qué punto creer "en Verdad" sin embargo hoy me dije, me entrego, la capacidad narrativa y su contenido me arrollaron cual tromba.

Me gustaría ser crítico para ir un poco más alla del texto como entramado, construcción, hasta ahora estas palabras y otras que robo de alguien que comentó arriba: maestro.

saludos

Ojaral dijo...

Nah, Ever. Eso es falsa modestia, che. Y le digo más, prefiero esta ligereza, esta ternura contenida, a la bilis reventada de Bernhard. En todo caso es mucho más sabia, más humana, y más difícil de alcanzar que la mera misantropía y la diatriba. De Bernhard me gusta el estilo, no su concepción de la vida.
Saludos!

e. r. dijo...

hola, mariano. y pasó lo de la charla y todo tal cual, pero supongo que cuando uno escribe se vuelve ficción y de paso lo dejamos de lado como experiencia vital y pasamos a pensarlo estéticamente. parece ahora que me lo inventé. maestro es ud. gracias por pasar. saludos


ojaral: y también es voz omnipresente de bernhard perturba bastante. ahora terminé el sobrino de Wittgenstein, y me pareció, con partes geniales y todo, un libro un poco haragán. es muy particular, da para pensar y reflexionar; no es, en todo caso, como Hormigón, en fuerza y todo eso. en fin. saludos

Vero dijo...

Me gustó este estilo desovillado. Se ve la impronta de la voz de Bernhard, qué buena observación la de Ojaral. La semejanza con una conversación, las idas y vueltas. Ya hablaremos del sobrino y el hormigón. Besos!

Ojaral dijo...

El sobrino no es lo mejor de Bernhard. Tampoco Hormigón. No sé si las leyó, pero cuando se tope con Trastorno, Corrección, La Calera, Tala, y El malogrado, se va a caer de culo, le prometo.

Vero dijo...

Prestá, Ojaral! Yo también me quiero caer de culo!

e. r. dijo...

ey vero, gracias por pasar!
uf! bernhard, qué tema. en todo caso, lo interesante de bernhard es ese escribir sobre temas: la amistad, el fastidio, viena. Maestros Antiguos es el único que conozco de él, y Heldenplatz y Una partida de Caza, que son obras de teatro. También una antología de relatos cortos y algunos poemas. Y, puestos a escoger, entre las novelas y el teatro y la poesía, es mejor dramaturgo, luego poeta y novelista. Hay esa cosa que puede terminar ahogando en la voz única, omnipresente, total. No hay cruce de diálogos, sino simplemente el narrador que filtra todo lo que pasa por él, y si no pasa lo estira y lo hace pasar, para dar como resultado las retorcidas frases y agresiones de humor y cinismo de sus libros. en teatro crea personajes admirables, es más suelto, más brutal por eso también. En el texto de arriba, sin embargo, a pesar de la impronta verbal bernhardiana, hay más que nada un cruce de voces y el narrador es un miedoso y carece de interés hacia sí mismo como para acaparar por completo la vos narrativa. ahí le vería una diferencia con bernhard. A eso es lo que yo llamaría estilo, al menos en las novelas que leí de él: el dictatorial. un estilo de narrador totalitarista, con una estética del meandro, retórica de repetición, perífrasis, paralelismos con sus otros libros, reflexiones filosóficas, etc. Aunque son básicamente monólogos y parece no cambiar mucho, es muy complejo el escribir de Bernhard, tiene demasiadas aristas, juegos de palabras, demasiado cultismo también. Son monólogos excesivos, con un estilo excesivo y una pasión excesiva. Con el escritor que más similitudes le encuentro, en su estilo narrativo digo, está la yanqui Gertrudis con su onda de la escritura cubista y su stream of consciousness de la edad de piedra. Principalmente la Gertrudis de Tres Vidas. Es una semejanza en bruto, puramente formal, pues la aplicaciones son completamente opuestas, y a Gertrudis por esto mismo se le puede decir que le falta la delicadeza de Bernahrd y esas cosas, pero el hecho es de que parte de premisas distintas para destinos distintos; hay un cruce nomás, puramente formal. Acá está el comienzo del segundo tomo de Ser Americanos (poco más de 1910), como ejemplo de estilo:
"He estado exponiendo la historia de muchísimos hombres y muchísimas mujeres. En un determinado momento expondré la historia de toda clase de hombres y de mujeres, de todas las clases de hombre y mujeres que existen. Ya he expuesto la historia de muchos hombres y muchas mujeres. En un determinado momento expondré la historia de todos los restantes. Ya he estado exponiendo la historia de muchísimos hombres y muchísimas mujeres, ahora expondré la historia de muchos más y después de más y después de muchos más y entonces se terminará esta historia de muchísimos hombres y muchísimas mujeres. Entonces, en un determinado momento habré expuesto la historia de todos ellos y esto será un extenso libro, y cuando lo haya terminado comenzaré otro..."

Aunque ahora que releo este párrafo, parace que no tiene nada que ver. En fin, ya escribí tanto que no me voy a poner a borrarlo.
Gracias por la visita!

Vero dijo...

Me caí de culo nomás, y sin leer otro de Bernhard!

e. r. dijo...

jajaja! Poné una almohada debajo por si acaso!

Ojaral dijo...

Ta muy bien lo que decís. Por eso me gusta tu cuento. Por esas cosas que anotás como defectos pero que para mí son virtudes. Es cierto que Bernhard es totalitario, y a veces se vuelve insoportable. No sé si es bueno por los temas que toca, yo creo que su diferencia radica en esa voz excesiva, que se enreda en sí misma, que se repite, que pierde y retoma el hilo del discurso. Es como si llevara al extremo los recursos de Faulkner (o de Joyce), sólo que no se trata de stream of conciousness, sino de monólogos, como decís, escritos o proferidos sin ninguna consideración a un oyente que escucha sin entender del todo. Y creo que es mejor novelista que ninguna otra cosa, precisamente porque es en sus novelas en donde lleva al extremo el uso de esos recursos que lo diferencian de cualquier otro escritor. Y si hay que buscarle una genealogía, yo pondría en primer lugar al Beckett novelista, el de la Trilogía. También por ese uso del monólogo, de la voz única que no puede detener el fárrago de su palabra y por cierto humor corrosivo, no tan evidente en Bernhard, pero latente. De la Stein no hablo porque no la leí. Pero si es como el párrafo que transcribiste, no le encuentro mucho parecido. Es como una mueca al lado de una máscara trágica.
Vero: prestar? Mmmmmmm. Lo voy a pensar. :)
Saludos!

RobotZombi dijo...

La merita verdá, No leí tu gigantezco post, pero pus por andar perdiendo el tiempo y mitoteando llegué aquí tengo una pregunta:

Crees qué un día los extraterrestres lleguen y nos conviertan en comida para sus amscotas?

Chale, a veces, muy a veces uno se esconde, necesito edscanso, als mujeres son bestialmente acabadoras de hombres, pinche Pedrito Infante chismoso, aca con varias, yo nomás 2 y saz!! pido paz, pero eso de todo el día y no, no, no, Te recomiendo el Vodka con Quina y jugo de limón, pero ya después así

e. r. dijo...

Ojaral, con Beckett más seria, es cierto. Está para pensarlo igual, yo creo que me excedí con el chisme literario y traje a una tipa de los pelos, por presumir. Es cierto eso que decís las novelas de Bernhard, y quizá por eso mismo es que lo prefiero en el teatro (como prefiero al Bec novelista, más que al dramaturgo o cuentista), por es más dosificado, pero es una dosificación que explota a cada rato también. El humor de Bernhrd me parece más cínico que otra cosa. Respecto a Stein, tiene eso de mueca trágica, pero es porque no tiene en absoluto el mismo interés por la vida que bernhard.

RobotZombie: plantea ud una pregunta muy compleja. Le cuento que si me preguntan si existen los extraterrestres yo quedo helado, pues no sé la respuesta. Hay indicios, es cierto, pero nada muy claro. Los extraterrestres son como dios, como el amor, como la vida después de la muerte: existen y no, dan indicios, milagros, platos voladores; pero siempre es algo borroso, mal grabado, poco fiable. Pero en definitiva los extraterrestres son más probables que los otros, pero el amor es más probable que los extraterrestres, pero tampoco, en el fondo, es tan probable. En todo caso, de existir extraterrestres creo que definitivamente conquistaría la tierra, porque aquí hay pinguinos y capivaras, y también elefantes. ¿Y quién no querria estas mascotas? Porque otra razón para destruir la tierra la verdad no sé cuál podría ser, en todo caso ya se está destruyendo sola. Pero, esto sí, no creo que nos conviertan en comida para mascotas. No sé por qué, simplemente no lo creo; es una fe. Pero fíjese, RZ, que las mujeres también se gastan; pero con dejarlas un poco sueltas por ahí se recuperan; los hombres igual. En todo caso, le tomo la recomendación del vodka. Saludos

Sandra Strikovsky (Strika) dijo...

¡Wow! Como otros comentaristas, estoy impresionada por el ritmo del texto, que además después de la primera frase, ¡no tiene ni un solo punto!

Un saludo
:)

e. r. dijo...

Hola Strika! qué gusto que pase por acá! :)
Qué bueno que haya soportado el texto, je.
Saludos