sábado, 11 de octubre de 2008

Una publicidad de Ferro Quina

Ayer Ferrocarril Oeste le ganó a. Copada tarde. Unas b con la b después de la cancha. Aunque no fui a la cancha, nunca fui a la cancha, no tiene sentido ir a la cancha, nunca voy a la cancha, nada más estúpido que ir a ver a Ferro a la cancha. Mi querido Ferro.
Ya cumplí 26 años este enero. Mi viejo tiene 60, los cumplió en julio pasado; y mi abuelo 86, ya no me acuerdo cuándo, y mi bisabuelo hubiera tenido 121, pero no los tiene porque está muerto. Mi bisab siempre tendrá 82 anos. ¿Un prodigio? Años. Todos somos, sin que haya habido una pausa de continuidad en el linaje, hinchas del Ferro, o locos del Ferro, o más bien adictos a la locomotora de 11 jugadores que cada tanto nos arrastra como vagones llenos de gente estresada para quebrarnos la garganta al grito de. Pero normalmente el tren se sale de los rieles y bueno. Qué le vamos a hacer.
Hoy en la mañana tomamos el Sarmiento con mi abuelo, en la estación de Floresta, que es donde él vive. O sea, vive en Floresta cerca del la estación, pues fue empleado del ferrocarril. Nos estamos yendo al Hospital San Juan de Dios en Ramos Mejía, allí nos espera el urólogo de mi abuelo. Lo espera a él, a mí qué va. Eso será más adelante.
Mi abuelo viaja sumido en reflexiones profundas. Uro-reflexiones, tal vez. Flexiones uretrales no, por favor, todo mal. Hablo.
-Ayer Ferro barrió a 2-1. Era un amistoso pero resultó brutal -le digo y el tren comienza a moverse.
-¿Los goles?
-Salmerón y Monje. O tal vez era uno solo: Salmojón. Pero no creo, nadie tiene un nombre tan estúpido.
El tren va frenando en la Estación de Villauro. La Ext Viluro nos recibe con su particular desolación, lo que me impulsa a soltar la lengua sobre cualquier cosa pero no. Para qué. Con el viejo no da.
Varias veces escuché de mi abuelo la anécdota de la famosa fundación de Ferrocarril Oeste y cada vez quiero escucharla de nuevo de boca de mi abuelo, porque así comprendo que con nuestras enormes diferencias. Mentira. Pasa que así no le tengo que hablar y él se siente importante. El hecho es que los tipos de mi familia tenemos un cordón umbilical que nos une al viejo de estadio de Caballito, y este estadio es nuestro sello familiar. Un gran tema de conversación, para decirlo de otra forma. Somos una familia con suerte. Muy buena esa. Somos. Pocos hay, después de todo, con tanta suerte.
-En marzo toca Iron Maiden en Ferro -le digo a mi abuelo.
-¿Y quién es ese? -me pregunta.
-Es una banda de heavy metal, es una banda inglesa -le respondo.
-Inglesa -dice.
-Inglesa. Como los fundadores del Club -le digo.
-Antes había milongas en el club para los empleados. Allí lo conocí al hermano de tu abuela y a través de él a tu abuela. Vos sos el primero que no trabaja para el ferrocarril -me dice.
-El tren ya es español, abuelo -digo.
Yo soy el primero que no trabaja ni trabajará nunca para el ferrocarril. ¿Esto a quién le importará, después de todo? Yo solo subo a los trenes. Como muchísima gente. Por eso, procuro almorzar bien antes de tomar el tren, lo cual, raro, no ayuda a digerir. ¿Por qué lo hago? Quién.
Mi bisabuelo era español y fue uno de los 95 empleados que el 28 de Julio de 1904 fundaron el CLUB ATLÉTICO DEL FERROCARRIL OESTE. Mi abuelo incluso jugó de líbero una temporada (1942-1944). Mi padre fue sindicalista y peronista. Yo voy a conciertos de rock.
-¿Vos fuiste a la cancha ayer? -me pregunta mi abuelo cuando el tren empieza a frenar en la Estación de Liniers.
-Abuelo, vamos a seguir hablando a la vuelta, ¡el médico dice que no te agites!
En la mirada del viejo, algo se pone a centellear: es la anécdota. Dios me libre. Lo sostengo.
-No, abuelo, vi el amistoso en la página web del club. En internet -digo.
-En internet -me dice él.
Sus ojos grises me miran con cariño.
-Yo también voy a bailar al estadio. Hago pogo -le digo.
-¿El pogo es eso de saltar entre todos?
-Eso mismo, abuelo. Como si el ferro hubiera hecho un gol de campeonato.
Espectral. El abuelo se me está diluyendo.
-Este año tenemos que venir a ver un partido, abuelo.
Expectable el viejo abuelo. Mira por la ventana cuando me dice:
-Tenemos que traer a tu padre.
-Lo vamos a traer al viejo, abuelo -le digo.
El tren sale de Ciudadela y ya estamos por acercarnos al San Juan de Dios. Entonces empiezo el viejo chiste de siempre.
-Abuelo, ¿cómo vamos a celebrar el campeonato este año?
Y mi abuelo me responde:
-¿Que con qué celebraremos el campeonato? ¡Pues tomando Ferro Quina!



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2 comentarios:

Ojaral dijo...

Qué maravilla, Ever! Buenísimo el cuento. Me encantó esa búsqueda afanosa de palabras para romper el silencio, el intento de comunicarse con el abuelo, o al menos de llenar los huecos con palabras vacías. Y las diferencias generacionales, y la tradición entendida como una continuidad casi fatal. Y el estilo. Bueno, eso en una primera lectura.
Se agradece la felicidad de este post.
Saludos.

e. r. dijo...

Hola Ojaral! Son copados los abuelos.
Gracias por la visita.