lunes, 1 de septiembre de 2008

Cierta vez un señor

(para Charles Da Ponte)


Cierta vez un señor se agregó una tercera pierna. Creyó que iba a ser mejor, andar más firme y veloz. Pero al final tuvo muchísimos problemas para caminar armoniosamente con las tres, pues siempre dos de sus piernas encontraban ritmo juntas y dejaban colgada a una, cuya desenvoltura al tratar de seguirlas era un desastre.
Para mayor complicación, constantemente la pareja cambiaba de integrantes y era otra la pierna que sufría el desajuste. Por eso, cuando el señor quería ir para la izquierda, la pierna solitaria tiraba para la derecha, y si intentaba para la derecha, ocurría lo mismo pero para el otro lado. El equilibrio era manejable, el problema era con la direccionalidad.
Un día el señor se hartó y se amputó una de las piernas. Escogió la que le pareció más chueca y fea. Dejó a las dos que creyó que se llevaban mejor y eran más fuertes.
Cuando caminaba, el equilibrio duraba solo unos pasos; pues ya su cuerpo se había acostumbrado a moverse en la arritmia. Intentó e intentó, pero las dos piernas se habían acostumbrado tanto a la amputada, que la buscaban, perdiéndose a cada instante, chocaban entre sí, incapaces de encontrar el punto de una cómoda caminata.
Entonces el hombre, cansado de intentar caminar bien, se amputó otra pierna. Esta vez escogió al azar.
Acto seguido empezó a desplazarse a saltos y dejó casi enseguida de tener problemas de direccionalidad.
Pronto olvidó lo que era caminar.


de «Ligerísimo», Barcoborracho Ediciones (2007)

4 comentarios:

CRISTINO PRO-CRASTINA dijo...

me recuerda algo al cuentecillo antimatasanos de ironia metafisika de Macedonio llamado creo EL pie...el tipo ke ke kada vez ke va al doctor este le recomienda una intervención kirurgika, hasta ke solo es un pie i por alguna enesima y suprema inkietud vuelve al doctor y la frase lapidaria de éste es again: hay ke kortar!!

e. r. dijo...

"Un paciente en disminución", el cuento de Macedonio. Recién ahora me fijo. Saludos

Ojaral dijo...

Muy divertido y muy bien contado. Hay quienes nos pasamos la vida amputándonos ante el menor inconveniente.
Hay algo de Beckett en esa complicada descripción ambulatoria y en la decisión drástica y exagerada.
Saludos admirados.

e. r. dijo...

Gracias por los saludos, Ojaral!